Como bien atestigua uno de sus primeros dibujos conservados, Hércules (1890), donde representa este héroe mítico conocido por su fuerza sobrehumana, Picasso sintió una gran atracción por el mundo de la mitología. De este modo, la exposición comisariada por Claustre Rafart reúne una selección de estampas realizadas durante un periodo amplio de su vida como grabador y resalta el genio creativo de Picasso.
La proliferación de mitos grecorromanos en su obra es rica y variada, si bien son el Minotauro, el Fauno y el Centauro los más representados. Estos seres híbridos logran un gran protagonismo, y a menudo se convierten en reflejo del propio artista. Protagonizan una serie de piezas tratadas y elaboradas con diferentes técnicas y materiales: aguafuerte, aguatinta, punta seca, litografía… trabajados sobre planchas de cobre, zinc, piedra, linóleum, etc.
El resultado del tiraje de estas planchas son unas estampas que destacan por su libertad de trazo, el vigor expresivo y un sombreado magnífico, demostrando el dominio de la técnica y el genio creativo de uno de los grabadores clave de la historia del arte occidental.
A Picasso le interesa el mito clásico como portador de una amplia gama de significados insólitos. Lo trabajaba de manera personal a la vez que le sirvió de pretexto para comunicar ideas. A grandes rasgos puede decirse que la presencia del mito se manifiesta en sus composiciones de tres maneras: en obras que respetan en lo esencial el mito clásico, en obras donde el mito aparece descontextualizado y, al mismo tiempo, gana nuevos valores, y en obras en las que lo recrea a partir de los trabajos de grandes artistas occidentales, con los cuales establece un diálogo fructífero.
Picasso elige las historias que le afectan, que son el reflejo de su dualidad hombre-artista, y las explica a través del mito empleándolo a menudo como símbolo alegórico del proceso creativo, o como reflejo de las turbulencias amorosas o de otros aspectos de su vida.