En el primer momento, ligado al tardofranquismo, un nutrido grupo de pintores, que salvo excepciones no compondrían grupos orgánicos, asumieron que la pintura podía compartir el territorio de investigación del arte conceptual, a la vez que enunciaba nuevos paradigmas, como la progresiva indistinción entre abstracción y figuración o la disolución de la línea cronológica entre la historia del arte reciente y la del pasado. Esto les permitió habitar ámbitos referenciales como el expresionismo abstracto, el minimal y posminimal norteamericanos, la figuración derivada de la influencia de Cèzanne y de Matisse, y una relectura de los referentes históricos de la Antigüedad.
En el segundo punto de inflexión, ya a finales de los noventa y en el comienzo del nuevo siglo, se produce un nuevo impulso de la pintura, heredero del que disfrutaron los artistas de los setenta, que apostó tanto por una práctica desenfadada de los modelos históricos de abstracción y figuración –sin reparo alguno a su fórmula narrativa–, como por una práctica expandida de la pintura misma y su significado.
Lo foráneo
Para el comisario de esta muestra, el énfasis en estas dos épocas «entra en contradicción con una extendida tesis que afirma que el momento triunfal de la pintura en España fueron los años ochenta, en los que, si bien ciertamente el mercado del arte alcanzó una notable relevancia social, no asistimos a una mayor incidencia, ni inventiva ni transformadora. De hecho, en la obsesión del sistema del arte español por evocar lo foráneo se negaron otras tendencias locales más notables».
Pintura: renovación permanente ofrece, por tanto, un ensayo crítico a la vez que una mirada de rango histórico a lo sucedido en la pintura en España, que se sustenta en esos dos momentos especialmente poderosos. En ella comparten espacio algunos de los nombres fundamentales de los setenta, sin buscar jerarquía alguna, con los artistas alumbrados por el nuevo siglo.
Recorrido
La muestra se organiza en un recorrido articulado en torno a capítulos o apartados en los que se abordan las líneas más intensas en las que los artistas han desarrollado su trabajo, como la “desmaterialización de la pintura”, los “nuevos modos de la abstracción”, la “pintura en el campo expandido” y dos vertientes de la figuración, la que se puede considerar como voluntariamente “a-representativa” y la “narrativa”.
Protagonistas
Ignasi Aballí, Ángeles Agrela, Pep Agut, Alfonso Albacete, Irma Álvarez-Laviada, Elvira Amor, Eloy Arribas, Antonio Ballester Moreno, Juan Carlos Bracho, Victoria Civera, Nacho Criado, Luis Cruz Hernández, Ángela de la Cruz, José Díaz, Jorge Diezma, Miren Doiz, Sabine Finkenauer, Carlos Franco, Alejandra Freymann, Patricia Gadea, Sandra Gamarra, Paloma Gámez, Santiago Giralda, Luis Gordillo, Rubén Guerrero, Joan Hernández Pijuan, Secundino Hernández, Abraham Lacalle, Miki Leal, Carlos León, Pere Llobera, Carlos Maciá, José Maldonado, Miguel Marina, Nacho Martín Silva, Mitsuo Miura, Miquel Mont, Guillermo Mora, Nico Munuera, Sonia Navarro, Juan Navarro Baldeweg, Álvaro Negro, Rasmus Nilausen, José Miguel Pereñíguez, Kiko Pérez, Guillermo Pérez Villalta, Jaime Pitarch, Belén Rodríguez, Néstor Sanmiguel, Santiago Serrano, Ignacio Tovar, Juan Ugalde, Alain Urrutia, Juan Uslé y Santiago Ydáñez.