Compuesta por más de un centenar de obras y otras piezas –además de mobiliario, objetos, fotografías y diverso material documental–, la muestra, que ha sido concebida y desarrollada durante los últimos tres años en colaboración con The Josef and Anni Albers Foundation [1] (Bethany, Connecticut, EE.UU.), da una visión general de la obra de Josef Albers.
El hilo conductor no es, a pesar de su carácter de retrospectiva, el simple recorrido cronológico por la obra del artista –que ya de por sí sería enormemente enriquecedor–, sino la consideración de la obra de Albers como un proyecto tan coherente como peculiarmente dirigido por una decidida voluntad de simplicidad, por el uso productivo de medios y recursos intencionadamente limitados, por el respeto al trabajo manual y por el énfasis en la experimentación con el color, que desemboca en la materialidad de una obra de gran contenido poético y espiritual. Como el propio Albers decía, «lo más importante que el arte puede hacer es ayudarnos a ver más allá», ha recordado en la presentación de la muestra Nicholas Fox Weber, director de la Josef and Anni Albers Foundation.
Administración de recursos
La obra de Josef Albers es el resultado de una experimentada administración de recursos artísticos. Su arte es, en su totalidad, el resultado de una verdadera “economía de la forma”. Salvo sus primeros pasos en el lenguaje expresionista típico de la Alemania de principios del siglo XX, su obra está absolutamente regida por una economía de medios que constituye el auténtico principio rector de su práctica artística.
Uno de sus primeros textos, publicado en 1928 bajo el título de ‘Werklicher Formunterricht’, empieza así: “vivimos en una época orientada a la economía”; y añade: “en épocas anteriores era más importante la visión del mundo”. Sin embargo, la noción de economía manejada por Albers no es la del intercambio de bienes, no es la limitada economía del mercado. Es economía en un sentido más profundo, más universal, es la economía de las relaciones de los seres humanos entre sí y con los objetos del mundo.
Vocación pedagógica
Desde esa perspectiva más amplia, esta exposición –y su catálogo– exploran también el proceso del trabajo artístico y la labor pedagógica, teórica y práctica de Josef Albers. Pues fue, también en este último campo, una figura muy especial: alumno y después maestro en la Bauhaus de Weimar y Dessau, docente en Black Mountain College y, finalmente, en la Universidad de Yale, su vida estuvo unida como la de apenas otro artista del siglo XX a los dos experimentos de enseñanza del arte más atrevidos del último siglo.
La exposición intenta hacerse cargo de esta fuerte vocación, incluyendo materiales y ejercicios de sus alumnos en la Bauhaus y en Yale (singularmente los de su última etapa universitaria, los trabajos de alumnos de Yale con los que Albers estructuraría su célebre Interaction of Color).
Entre esfuerzo y efecto
Gran creador de logrados aforismos y agudas sentencias, Josef Albers solía repetir que uno de sus objetivos en el arte y en la vida era conseguir el “máximo efecto” a través del “mínimo de medios”. Amante desde su infancia del dominio de los oficios y del trabajo manual, el arte fue para él una ecuación proporcionadamente optimizada entre esfuerzo y efecto. Y aplicó reflexivamente esa especie de austero sentido de la práctica artística a sus ensayos teóricos y escritos pedagógicos, a su enseñanza, al diseño de mobiliario y objetos, a la tipografía, a la fotografía y, por supuesto, a la pintura.
Ese sentido también ha guiado esta exposición. Su exigente pero contenida selección de obras refleja tanto la evolución homogénea como la continuidad de las convicciones, la visión y el arte de Josef Albers, desde sus primeros años como maestro de escuela en su Westfalia natal hasta su última etapa en Yale. Aparte de sus primeros dibujos figurativos –donde ya es llamativa la eficacia de las líneas “ahorradas”–, la exposición incluye vidrieras (“Glasmalerei”, en expresión suya: pintura en cristal), muebles y objetos de diseño de la época de la Bauhaus y tanto la obra gráfica como la pintura de sus años en Norteamérica, en Black Mountain College primero y en Yale después.
La selección de pinturas cubre las principales series en las que Albers trabajó: Variant/Adobe [Variante/Adobe], Structural Constellations [Constelaciones estructurales] y la célebre Homage to the Square [Homenaje al cuadrado], realizada en Estados Unidos durante las últimas décadas de su vida y que muestra la refinada gramática de un artista dedicado a experimentar la interacción de los innumerables matices del espectro del color.
Alemania, 1888 – Estados Unidos, 1976
Josef Albers nació en Bottrop (Westfalia, Alemania) en 1888 y murió en New Haven, Connecticut, EE.UU. en 1976, su país de adopción y al que emigró en 1933, el año de acceso al poder de los nazis que, entre otras acciones, intervinieron en la Bauhaus, de la que Albers, hasta entonces, había sido profesor en sus distintas sedes: Weimar, Dessau y Berlín.
Al instalarse en Estados Unidos, trabajó en la facultad de Black Mountain College (Carolina del Norte) hasta 1949. Posteriormente dirigiría el Departamento de Diseño de la Universidad de Yale (New Haven, Connecticut), de la que se jubiló en 1958. Albers compaginó siempre la creación artística con la pedagogía, y numerosos artistas estadounidenses fueron alumnos suyos. Fue el primer artista vivo al que el Metropolitan Museum de Nueva York le dedicó una exposición en 1970.