La muestra, comisariada por Jesús Donaire, arquitecto y ex becario de la RAER, cuenta con la participación de Javier Arbizu, Juan Baraja, Ángela Bonadies, Julia de Castro, María Teresa Chicote, Roberto Coromina, Miren Doiz, María Esteban Casañas, Inma Herrera, Javier Hontoria, Miguel Leiro, Miguel Marina, Leire Mayendía, Cecilia Molano, Álvaro Negro, Nuria Núñez, Santiago Pastor, Abel Paúl, Milena Rossignoli, María Gisèle Royo, Javier Sáez Castán, Elena Trapanese y Ana Zamora.
Hace 145 años que la RAER acoge becarios en su sede ubicada en San Pietro in Montorio, junto al espectacular Templete de Bramante. La radice del domani (en español, La raíz del mañana) hace mención al mañana que está aún por descubrir y a una institución que ha tenido la capacidad de adaptarse al cambio mediante la ampliación de disciplinas artísticas a lo largo de su historia. También evoca el origen romano como una de las raíces básicas de la cultura occidental y como fuente de inspiración de los numerosos creadores que han sido becados por la Academia.
«Para la Academia de San Fernando es un motivo de satisfacción presentar sus obras y exponerlas al juicio crítico del público –explica su director, Fernando de Terán–. Muchas son las razones de la idoneidad de la Academia como sede de la muestra en Madrid, pero quizás una de las más significativas sea el hecho de que varios académicos de número actuales fueron becarios de Roma. De modo que, como en un perfecto bucle de continuidad histórica, retornan un año más las propuestas de los becarios a la Academia de Madrid, su espacio natural de acogida… y un año más somos testigos afortunados del excelente estado de salud de las nuevas generaciones de creadores y dinamizadores culturales».
Nombres
Las becas de disciplinas de clásicas –pintura, escultura, arquitectura, música y arte gráfico– instauradas durante los primeros cien años de la Academia romana han sido disfrutadas en la promoción 2017-2018 por los creadores Miguel Marina, Roberto Coromina, Javier Arbizu, Miren Doiz, Álvaro Negro, Milena Rossignoli, María Esteban Casañas, Santiago Pastor, Abel Paúl, Núria Núñez e Inma Herrera.
Más tarde, la institución se abría a otras disciplinas como historia del arte, restauración, arqueología, museología y literatura, representadas este año por María Teresa Chicote y Elena Trapanese.
El auge de la creatividad a través de otros formatos hacía necesaria otra ampliación y, por ello, hace aproximadamente cincuenta años, la institución acogía también la cinematografía, la fotografía y las artes plásticas y escénicas, representadas en esta ocasión por María Gisèle Royo, Ángela Bonadies, Juan Baraja, Javier Sáez Castán, Julia de Castro, Ana Zamora y Cecilia Molano.
Las disciplinas incorporadas recientemente han sido el cómic, el diseño gráfico, la videocreación, el comisariado y la mediación artística, las artes visuales, la gastronomía, la moda, el diseño industrial y las nuevas tecnologías, este año desarrolladas por Leire Mayendía, Javier Hontoria y Miguel Leiro.
Historia
La Real Academia de España en Roma [1] fue creada en 1873 durante el gobierno de la Primera República. Como se lee en el decreto fundacional, la institución nació para “fomentar el genio nacional” ofreciendo “a nuestros artistas algún campo de estudio, algún lugar de recogimiento y de ensayo, en la ciudad que será eternamente la metrópoli del arte, en Roma”.
La ciudad se había convertido a lo largo de los siglos en destino tradicional de numerosos artistas que buscaban perfeccionar su formación aprendiendo directamente de las fuentes de la antigüedad clásica. Como respuesta a este fenómeno, en 1746, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando institucionalizó el envío de jóvenes pintores, escultores y arquitectos a Roma, los denominados “pensionados del rey”.
El prestigio alcanzado por estas pensiones fue haciendo madurar la idea de fundar una institución con una sede estable. Finalmente, con la constitución del Reino de Italia y la proclamación de la Primera República española, se dieron las condiciones históricas favorables que permitieron el nacimiento de la entonces denominada Academia Española de Bellas Artes en Roma.
La monarquía borbónica, restaurada en España, mantuvo un apoyo decidido a la institución, alcanzándose en 1876 un acuerdo con el Gobierno italiano para la transacción de la iglesia, convento y anejos de San Pietro in Montorio al Estado español, para la instalación de una academia de bellas artes.
En la actualidad, la Real Academia de España en Roma mantiene como objetivo principal, la formación artística y humanística de creadores, restauradores e investigadores, con la finalidad derivada de lograr una mayor presencia cultural española en Italia y de mejorar el entendimiento de las culturas de ambos países.