«¿Cómo voy a fotografiar este río?», se preguntó Morath. «De camino al nacimiento del Danubio, en Donaueschingen, de repente me vi superada por el pánico: ¿de cuántas maneras se puede fotografiar el agua y qué pueden comunicar tales imágenes? Entonces me tranquilicé: un río no es solo un caudal de agua, un río tiene en sus riberas una historia escrita por generaciones de personas que han plasmado sus historias en ellas».
Cuenta Celina Lunsford, comisaria de la muestra y directora artística del Fotografie Forum, que Morath estaba muy influenciada de niña por las leyendas del río, los cuentos mágicos que brotaban con el fluir de sus aguas. Años después, tras convertirse en la primera mujer en ingresar en la Agencia Magnum y abrir paso al aumento de la presencia femenina en un mundo hasta entonces eminentemente masculino, retrató la cotidianidad de la gente de la zona, además de documentar el impacto de la reapertura de las fronteras tras la caída del Telón de Acero.
Doce años después de la muerte de Morath, cuatro fotógrafas (Olivia Arthur, Lurdes R. Basolí, Claire Martin y Emily Schiffer) coincidieron en una muestra homenaje a la austriaca, donde se gestó la idea de hacer la misma ruta a lo largo del Danubio. A partir de ahí, como dice Basolí, emprendieron un camino tortuoso para conseguir financiación. Uno de los pasos fue lanzar una campaña de micromecenazgo en mayo de 2014, apenas dos meses antes de comenzar el viaje. «No había plan B», recuerda Basolí. No fue necesario: la campaña superó la cantidad solicitada.
Completada la financiación por la Fundación Telefónica, otras cuatro fotógrafas se unieron al grupo (Claudia Guadarrama, Kathryn Cook, Jessica Dimmock y Ami Vitale), todas ellas ganadoras del Inge Morath Award, galardón otorgado anualmente a una fotógrafa documental de menos de 30 años. Las ocho artistas, acompañadas de un pequeño equipo de apoyo y los hijos de algunas de ellas, subieron a un camión-galería en el que recorrieron 6.500 kilómetros durante 34 días, desde el nacimiento del Danubio en la Selva Negra hasta su desembocadura en el Mar Negro, atravesando ocho países.
Su vehículo, conducido por la también fotógrafa Chiara Fossati, estaba concebido como una galería ambulante con una exposición sobre Morath dentro y fuera del camión. La rutina del viaje era veloz: llegar a un lugar donde eran recibidas por alguna institución y los ciudadanos, aparcar, exhibir las obras del camión-galería, dar alguna conferencia, tomar fotos y marcharse.
El resultado del viaje es una muestra que, en palabras de Lunsford, «es un diálogo entre el pasado y el presente». Las fotografías de Morath y las ocho fotógrafas se mezclan y dan la mano continuamente con el río como tema central que conecta todas las series y permite ese ir y venir expositivo.
La muestra se completa con un documental de 30 minutos que deja testimonio del recorrido de las fotógrafas, una aventura impulsada por la reinterpretación que rinde homenaje a una mujer que tenía el viaje en la sangre.