Comisariada por Juan Manuel Bonet, la muestra se centra en la primera etapa de Revista de Occidente (1923 – 1936), y su editorial aneja, como la plataforma fundamental de la modernidad española. Tanto en sus paredes, donde se alternan cuadros, dibujos, carteles, fotografías y alguna película, como en las vitrinas, con libros (muchos de ellos dedicados bien a Ortega, bien a otros escritores), revistas y correspondencia, lo que se cuenta es la historia de un momento decisivo de la historia de España.
Se pone el acento sobre la presencia entre los colaboradores de las principales figuras de cuatro generaciones (98, 14, 27, 36) sobre una colección como Nova Novorum, clave para los poetas y prosistas del 27, sobre las conexiones europeas (patentes en la política de traducciones y de reseñas), sobre las revistas hermanas (entre ellas varias latinoamericanas, destacando la argentina Sur, bautizada por el propio Ortega) y, de un modo muy especial, sobre la presencia de las artes plásticas, destacando la importancia de la reseña escrita por José Moreno Villa en 1925 de la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, así como, en 1927, la de la traducción, por Fernando Vela, del libro Realismo mágico del alemán Franz Roh, sin olvidar algún anticipo, por Ramón Gómez de la Serna, del que será su gran libro, Ismos (1931). Como destaca Bonet, el resultado es una muestra coral en torno a nuestra modernidad en la que se conjugan las disciplinas y las generaciones.
En esa primera etapa se publicaron 157 números en los que colaboraron, entre otros, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, Francisco Ayala, Pío Baroja, Jorge Luis Borges, Ramón Carande, Américo Castro, Luis Cernuda, Rosa Chacel, Corpus Barga, José María de Cossío, Gerardo Diego, Enrique Díez-Canedo, Antonio Espina, Melchor Fernández Almagro, Federico García Lorca, Ernesto Giménez Caballero, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, Benjamín Jarnés, Juan Ramón Jiménez, Eduardo Mallea, Gregorio Marañón, José Antonio Maravall, Julián Marías, Antonio Marichalar, Eugenio Montes, José Moreno Villa, Pablo Neruda, Victoria Ocampo, Eugenio d’Ors, Emilio Prados, Adolfo Salazar, Pedro Salinas, Claudio Sánchez Albornoz, Guillermo de Torre, Fernando Vela (secretario de Redacción de la revista) o María Zambrano.
Tras esta primera etapa, que se cerró en 1936, con el estallido de la Guerra de España, la publicación resurgió en 1963 bajo la dirección de José Ortega Spottorno, hijo del fundador. Esta segunda fase se prolongó hasta 1975. En 1980 volvió a renacer y hasta hoy. Para Fernando Rodríguez Lafuente, su actual director, «Ortega y Gasset quiso crear una publicación que reuniera en sus páginas a diversas generaciones en un ámbito de libertad, curiosidad intelectual y actitud crítica frente a la realidad. Y ahí seguimos ahora, cuando la publicación ha llegado a su número 502».
– Folleto de la exposición [1]
La presencia del arte
La presencia del arte fue igualmente importante en la publicación. No solo porque tuvo como ilustradores a algunos de los mejores pintores de vanguardia de su tiempo, sino porque también muchos de sus textos influyeron en la creación artística del momento, una simbiosis tan fructífera como necesaria. En este ámbito, el núcleo básico de la exposición es el de los colaboradores gráficos de la publicación y de su editorial, así como de los artistas de los que habló la revista, una nómina ciertamente espectacular: el portugués Almada Negreiros, el uruguayo Rafael Barradas, Francisco Bores, la argentina Norah Borges, Salvador Dalí, Gabriel García Maroto, los polacos Wladyslaw Jahl y Marjan Paszkiewicz, Maruja Mallo (que en 1928 celebró su primera exposición en su Redacción y que sería, durante la década siguiente, la más asidua viñetista de las portadas), José Moreno Villa, Benjamín Palencia, Carlos Sáenz de Tejada o José María Ucelay. Nómina en la que predominan la vanguardia y, más concretamente, los pintores vinculados al ultraísmo, algunos de los que más tarde formarían parte de la Escuela de París.