El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) [1] presenta la primera exposición en un museo de Rinus Van de Velde [2] (Bélgica, 1983), uno de los artistas belgas más importantes del momento, compuesta por una selección de dibujos inéditos que tienen como protagonista al propio artista, 12 dibujos que recogen escenas que pueden ser reales o inventadas.
Las obras se complementan con textos a modo de títulos que en esta ocasión cuestionan la propia capacidad creativa, o las etapas por las que pasa la producción artística. Las creencias y pensamientos de Van de Velde se desnudan, como si se tratara de un diario personal en el que detalla los pasos que va dando hasta crear una pieza de arte o bien expresan deseos y anhelos que tienen que ver con el trabajo artístico.
Protagonista de sus obras
Para Fernando Francés, director del CAC, «el reflejo de uno mismo ante un espejo es revelador de lo que percibimos externamente de nuestro aspecto. Pero también puede llegar a traspasar y penetrar en la mirada, sacando sentimientos, miedos, fobias del interior y convertirse en un retrato de emociones en vez de rasgos físicos. Rinus Van de Velde es protagonista de todas sus obras. Sus autorretratos son precisamente un ejercicio de introspección en torno a un tema recurrente: la creación artística, pero también el anti-ego. A veces se muestra en imágenes desenfadas (Self-portrait as a tennis hero…,2012), disgustado ante su propio trabajo (The angry sculptor: a self-portrait in which…, 2012) o en espacios reservados para la intimidad (Self-portrait of a man who has no time to waste…, 2012). Cualquier lugar es idóneo para convertir la inspiración en algo más que pensamientos. Pero también durante años él ha pintado partiendo de imágenes raptadas de revistas, libros de viajes, etc. que representan su cara oscura, su opuesto, las antípodas de su imagen y de su personalidad. Representando, como si fueran fotografías antiguas, esas imágenes, él transmite una idea que en verdad es la opuesta a quién es realmente. Y en ese juego la intención virtual, la del engaño, funciona en toda su extensión, logrando que el señuelo pueda despistar al espectador y llevarle al escenario deseado por el artista o, metafóricamente, por el pescador».
Ficción o realidad
En la exposición se pueden ver dibujos en blanco y negro inéditos realizados con carboncillo sobre lienzo que, a su vez, están basados en fotografías captadas con anterioridad. En los lienzos, el artista flamenco recurre a imágenes existentes, como puede ser un fotograma, o bien a escenas ficticias convertidas en fotografías hechas por él mismo, que le sirve de fuente de material para realizar sus dibujos en los que el artista es el protagonista, junto a elementos variados, como plantas, animales disecados, un televisor o zapatos.
Los dibujos están acompañados por historias que para esta exposición se presentan como el título de la obra, pero que en otras ocasiones está escritas en la pared o directamente en el dibujo. Estos títulos contextualizan y enlazan directamente con la imagen. Juntos, texto y dibujo, hablan de una autobiografía ficticia y de creencias personales. Van de Velde se mueve continuamente entre la realidad y la ficción en un intento por crear confusión en torno a lo que interpreta el espectador cuando ve su obra: por un lado se puede deducir que se trata de la vida del propio artista, o bien está haciendo algo previsible, como dibujar plantas o animales. Sin embargo, a menudo la explicación que da en los textos no tiene nada que ver con la interpretación del espectador. El artista belga basa su trabajo en el juego entre imagen ficticia y realidad.