Estrenada en el Thêatre National de Chaillot en París y tras el éxito internacional cosechado a su paso por el aclamado Festival de Flamenco de Nîmes y la Bienal de Flamenco de Holanda, Rocío Molina regresa a España con su última creación, en la que indaga en el cuerpo de la mujer, sus raíces y sus entrañas, colisionando con otras maneras de entender la escena y otros lenguajes.
En palabras de Carmen Portaceli, directora del Teatro Español, es un «montaje de una calidad extraordinaria, un viaje que te abduce y te hace reír, te emociona, te lleva y te trae por todo su recorrido haciéndote olvidar la realidad durante el tiempo de su duración. Lleno de magia, de imágenes muy comprensibles que te llegan al corazón, lleno de poesía, de humor y siempre lleno de contenido”.
La obra, que se gestó en el verano de 2015, es un espectáculo rompedor que aúna vanguardia y tradición flamenca en una explosiva exhibición de baile; un tránsito, un descenso. Desde un cuerpo en equilibrio a un cuerpo que celebra ser mujer, inmerso en el sentido trágico de la fiesta.
La producción, realizada junto al Théâtre National de Chaillot, ha contado con la participación de Carlos Marquerie, Elena Córdoba, los músicos Eduardo Trassierra, Pablo Martín Jones, José Ángel Carmona y José Manuel Ramos “Oruco”, y la diseñadora de vestuario Cecilia Molano.
Artista precoz
Rocío Molina es una de nuestras bailaoras y coreógrafas más reconocidas. Con solo 26 años recibió el Premio Nacional de Danza. Artista precoz y coreógrafa iconoclasta, ha acuñado un lenguaje propio cimentado en la tradición reinventada de un flamenco que respeta sus esencias y se abraza a las vanguardias. Radicalmente libre, aúna en sus piezas el virtuosismo técnico, la investigación contemporánea y el riesgo conceptual.
A sus 32 años ha firmado ya 12 creaciones propias: Entre paredes (2006), El eterno retorno (2006), Turquesa como el limón (2006), Almario (2007), Oro viejo (2008), Cuando las piedras vuelen (2009), Afectos (2012), entre otras, con las que ha recorrido grandes teatros y festivales, como el Barbican Center de Londres, el New York City Center, el Esplanade de Singapur, el Festival SPAF de Seúl, el Festival Dance Umbrella, el Festival Flamenco de Dusseldorf, el Chaillot de París o el Bunkamura de Tokio; y templos del flamenco como la Bienal de Sevilla y el Festival de Jerez, por citar algunos.
Colaboradora habitual de grandes figuras del flamenco nacional y de figuras de la creación escénica contemporánea, su búsqueda artística ha sido reconocida con un gran número de premios dentro y fuera de España, además de granjearse el apoyo unánime de la crítica nacional e internacional.