Exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso.
En aquellas obras, el acabado pulido, casi industrial, la angulosidad de los planos y superposiciones y el marcado interés en superar la noción de límite conectaba al espectador con la pintura contemplativa, trascendental, en la estela de Rothko y Newman. En estos nuevos trabajos, el color vibrante y contrastado, a veces radical, permanece y es protagonista, a medio camino entre el neoplasticismo y el constructivismo; entre el collage, el relieve y la pintura.
La apariencia plástica e industrial se transforma en un interés por las calidades y texturas naturales. La madera y el papel transmiten toda su intensidad material, al tiempo que las composiciones se hacen más dinámicas y fragmentadas, en la línea de artistas como Günther Förg o Imi Knoebel.
Exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso.
Como señaló en 2017 Juan Manuel Bonet en el texto del catálogo de la retrospectiva dedicada a Brun en el CEART, «si ha pasado por momentos en que casi ha podido parecer una aplicada heredera de la austeridad puritana de un Donald Judd, ha habido otros en que su modo de recortar y cuestionar el soporte, de desbordar sus límites, más bien podría remitir a un cierto tipo de ejercicios de manipulación de los elementos de la pintura que fueron marca de la casa francesa Support-Surface, tan dada a descomponer los elementos de la pintura».
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Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso.
