El trabajo de Cid parte de claves que abarcan desde un cierto espíritu dadaísta, ya que a menudo emplea objetos o imágenes sin manipular, hasta el cuestionamiento de cierta gravedad o solemnidad que parece rodear al arte contemporáneo. Todo ello mediante el trabajo en series, del que se deriva un entendimiento del arte como proceso variable y constante.
Este proyecto puede identificarse con las actitudes metodológicas del grupo literario OuLiPo. A través del ensamblaje y reensamblaje de objetos, como si de un collage infinito se tratara, Cid crea nuevas tensiones y estructuras. Desde un punto de vista formal, en sus obras predominan las líneas, los vacíos, los paralelismos y un buscado contraste entre la luz y la sombra.
Componente poético
El artista se apoya para esta muestra en dos ideas literarias. Por un lado, la expresión francesa «l’esprit de l’escalier» (el ingenio de la escalera), que describe el acto de encontrar una respuesta ingeniosa cuando es demasiado tarde para ofrecerla, un fenómeno que va acompañado de una obvia sensación de arrepentimiento. Y, por otro, el «Odradek», criatura imaginaria de un relato de Franz Kafka descrita como un objeto-ser desubicado y sin otra aparente utilidad más que la de su propio existir.
«L’esprit de l’escalier» ilustra una situación de desfase temporal y «Odradek» representaría a los objetos errantes carentes de un espacio propio. Para desarrollar estos conceptos de destiempo y destierro el artista trabaja con objetos encontrados que ya tuvieron su propio tiempo y lugar, aislándolos para desfragmentar lo cotidiano y para otorgarles un tiempo y un espacio concretos pero al mismo tiempo indeterminados. Y es precisamente esta contradicción lo que les confiere un componente poético que no permite una exactitud a la hora de definirlos.