El punto como objetivo amplificado, el hueco o hendidura que se abre paso a través del papel para dejar la tierra y subir al firmamento, ese no límite que no necesariamente es celestial y que siempre en su alejarse es cercanía… Ruth Morán presenta sus últimos trabajos a partir de una investigación en torno al espacio que nos rodea. Un espacio físico y conocido, otro metafísico y por venir.
Su capacidad para acercarse a lo esencial no sólo la ha llevado a depurar ese paisaje, sino que a través de geografías que rememoran lo terrestre, atrapa al espectador una especie de fuerza centrífuga que obliga a que se pierda entre sus líneas infinitas. En esta exposición su mirada se alza y conduce al visitante a una especie de cosmogonía espacial. Cada uno de sus trabajos invitan a recorrer un espacio que no es otro que el del conocimiento.
Sus composiciones se configuran por miles de puntos cromáticos y/o dorados. La línea ha dejado paso al punto, una especie de energía concentrada que en algunos casos se resuelve en pequeñas perforaciones. Pensar en una metamorfosis de la acción es vislumbrar el ejercicio que realiza. Líneas, huecos siempre sin fin y puntos que se pierden en pequeñas explosiones espaciales. Junto a ellos irrumpe el color, del blanco y plateado a una bacanal de verdosos y fucsias que destellan e iluminan.
Dibujos negros de gran formato en los que predomina la línea, expansiones cromáticas estructuradas a partir del punto y trabajos en papel que han sido perforados dando paso a un nuevo paisaje en el que adentrarse. Su obra es una invitación al pensamiento, seguir el rastro de su acción es meditar el ejercicio que busca el infinito.