El artista oscila entre el expresionismo más intenso y el romanticismo más frágil. La muestra incluye desde algunos de sus característicos rostros, a animales, obras reinterpretadas de la Historia del Arte, desmembramientos, escenas de soft porn con incursiones de animales o figuras desnudas femeninas. Estas, siempre, realizadas bajo la pincelada veloz y decidida que caracteriza a Ydáñez, con la que consigue esa belleza desgarradora de sus obras.
“Lo que más me gusta de la pintura es el propio hecho pictórico, el pintar. Mientras se pinta se tienen unas sensaciones muy intensas sobre las cosas. No solo sobre lo que estás pensando, estás pensando en mil cosas a la vez aunque estés centrado en el propio cuadro. Es un hecho bastante reflexivo y bastante intenso el placer que te da”, reflexiona Ydáñez. “Para mí la pintura es comulgar con uno mismo de una manera muy visceral; es en el proceso donde mi energía explota y se plasma en la obra. La emoción más grande”.
Para Fernando Francés, comisario, «al artista no le interesa contar historias, sino crear sensaciones que envuelvan al espectador rápidamente. La exposición muestra sus temáticas más recurrentes. Ydáñez lo mezcla todo, consiguiendo una simbiosis de espiritualidad profana con lo visceral que comparten las personas y los animales, mostrando esa brutalidad o fanatismo que se puede hallar dentro de la religión”.
Del retrato al paisaje
El título de la muestra hace mención al lema de la fachada de La Casa de los Tiros de Granada. En ella, a modo de jeroglífico y sobre la puerta principal, puede leerse, EL (un corazón en bajorelieve atravesado por una espada) MANDA, EL CORAZÓN MANDA.
La exposición incluye pinturas basadas en obras de la Historia del Arte, donde Ydáñez reinterpreta con sus trazos y uso del color obras como Judith y Holofernes (1599) de Caravaggio; la estampa 37, Esto es peor, de la serie Desastres de la guerra (1810-1814) de Goya; la fotografía de Clase de disección (1915) de Santiago Ramón y Cajal; la fotografía del torero Juan Belmonte o ¡…Y tenía corazón! / Anatomía del corazón (1890) de Enrique Simonet.
Sus paisajes recuerdan al romántico de Friedrich y sus obras sobre la sublimidad de la naturaleza y es que utiliza a Rossini como fondo para crear estos paisajes. Uno ellos abre la exposición. Se trata de la Sierra de Jaén, tan familiar para el artista. En otro de los paisajes que acompañan la muestra, en esta ocasión pintado en uno de sus objetos, se aprecia una montaña nevada. Para Ydáñez, el paisaje es la otra parte de la mirada, la otra parte del rostro.
Temática animal
Forman parte de la exposición varias obras con temática animal, donde el tamaño del lienzo es vital. Por ejemplo, en San Mateo (2015), Ydáñez representa un pastor alemán recostado. El artista dota a los objetos de una nueva historia con su interpretación. Así se denota en su obra reminiscencias al nazismo, como la mirada nostálgica de una niña alemana por la pérdida de algo, en contraste con el paisaje idealizado sobre el que se sitúa la protagonista El Jardín de las Delicias (2017), obra que refleja el concepto de paraíso perdido.
Aunque ha ido introduciendo poco a poco el color, si algo le caracteriza son los trazos grises y negros que desde sus comienzos han dado vida a sus enormes retratos, cuyos formatos recuerdan los de un plano corto del cine, y que parecen descubrir las fotografías a las que hacen referencia sus obras de temática teutónica.
El artista solo utiliza color cuando considera que es necesario. Además realiza una obra muy sensual en todos sus sentidos, desde una sensualidad más erótica y en la que se persigue la representación de la belleza del cuerpo.