La muestra incluye más de un centenar de fotografías –entre piezas individuales y obras pertenecientes a grupos o series–, además de unos cuarenta libros y revistas editados en la antigua Checoslovaquia, que muestra el uso característico de la fotografía en las publicaciones de la época.
Las obras proceden en su totalidad de la Colección Dietmar Siegert (Múnich), una colección que por su especialización y por la cualidad individual de las obras de su fondo permite contar esa historia, muy desconocida, combinando la visión de conjunto con la atención a la subjetividad de cada fotógrafo.
El resultado es un fresco en el que se combinan nombres internacionalmente conocidos como los de Drtikol, Teige o Sudek con brillantes desconocidos como Nožička o Hák y corrientes como el surrealismo, el constructivismo, cierta fotografía subjetiva y el informalismo que inundó la posguerra y que en la antigua República Checa significó la alternativa expresionista al realismo socialista, el «estilo» artístico oficial.
La antigua Checoslovaquia fue, a lo largo de su compleja historia, un país centroeuropeo a medio camino entre la Europa occidental y la oriental, cuyos artistas fueron estableciendo un marco progresivamente europeo a pesar de su forzada adscripción al bloque del Este durante la larga guerra fría. De hecho, de la mano de Karel Teige y de su revista ReD (Revue Devĕtsil), el país conectó desde muy pronto con todos los grupos de vanguardia europeos, como los futuristas, los surrealistas o los constructivistas, entre otros.
Al igual que en el norte y el sur de Europa, las vanguardias históricas también cedieron su lugar en la antigua Checoslovaquia, tras la guerra y durante los años de posguerra, al informalismo: de sus imágenes de desconchados, grietas y destrucción surge la belleza de las fotografías de Medková, Krátký o Přeček, entre otros, ampliamente representados en esta exposición.
Por lo demás, muchos de los trabajos fotográficos de los autores escogidos acabaron ocupando la portada de revistas y publicaciones, un ámbito de la creación menos vigilado por la censura comunista. Un gran número de esas cubiertas, creadas por los mismos artistas que definieron la vanguardia (y no por diseñadores profesionales que intentaran imitarla), ponen de manifiesto el alto nivel del diseño gráfico checo de la época.
La colaboración entre las distintas artes –poesía, fotografía, arquitectura, pintura o danza– dio lugar a piezas bibliográficas excepcionales, que permiten repasar la influencia de la vanguardia artística checa en el mundo editorial y que se convirtieron –transformando los escaparates de las librerías en auténticos espacios expositivos– en una forma de difusión y expresión de la libertad de los artistas muy eficaz y casi única, en un contexto oficial cerrado y antagonista.