Con esta joya híbrida y marginal del repertorio lírico estadounidense, que articula y ensambla el refinamiento de la orquestación centroeuropea, el embrujo de las comedias musicales de Broadway y la riqueza de la música negra, el compositor Kurt Weill (1900-1950), judío alemán asentado en Nueva York, seguía la estela de Porgy and Bess, de George Gershwin, intentando consolidar la raigambre de una ‘ópera estadounidense’ con su singularidad y lenguaje propios.
Para ello se asoció con dos escritores de distinto perfil: Elmer Rice (1892-1967), autor de Street Scene –premio Pulitzer en 1929 y adaptada al cine por King Vidor, en 1931–, y Langston Hughes (1902-1967), poeta, novelista y activista negro adscrito al movimiento Harlem Renaissance, que reivindicaba el arte afroamericano vinculado a sus raíces, tradiciones e idiosincrasia.
Del primero, el dramaturgo Elmer Rice, recibe Weill el gran mosaico de vidas atrapadas en una ‘calle sin salida’, donde fluyen historias de amor y desamor, maledicencias y penurias, desahucios y maltrato, pero también de sueños e ilusiones, amistad y compasión, a semejanza de nuestra Historia de una escalera, de Buero Vallejo, pero ubicada en los suburbios de Nueva York en los años de posguerra.
Del segundo, Langston Hughes, recibió el compositor un libreto con una genial prosodia multirracial, textos al ritmo de jazz, con inflexiones, acentos y jerga que definen cada uno de los casi cuarenta personajes que pueblan la bulliciosa calle neoyorquina.
Ir más allá
Con este material dramatúrgico tan rico, Kurt Weill, ya nacionalizado estadounidense y con amplia experiencia en la composición de repertorio lírico –musicales, óperas, canciones y música de escena– decide ir más allá, creando una ópera en que partes habladas, arias, dúos, números de conjunto, de baile y canciones fluyeran entrelazados, articulando las varias historias superpuestas con una escritura orquestal refinada, eficaz y concisa, heredera de la tradición europea, pero contaminada por todas las influencias musicales de su época a ambos lados del Atlántico.
La ópera se estrenó en Broadway, en el Teatro Adelphi, en 1947, conquistando el Premio Tony a la mejor partitura original en la primera edición de estos galardones, que desde entonces han crecido en prestigio y popularidad. Sin embargo, el carácter mestizo de esta ‘ópera de Broadway’, que exige un inmenso reparto de gran diversidad, coros y orquesta, ha alejado la obra tanto de los teatros de musicales como de los templos de la ópera, colocando a Street Scene en un limbo del que comienza a liberarse.
Estreno en Madrid
El Teatro Real da vida, finalmente, a esta obra incalificable, estrenándola en Madrid con dirección de escena de John Fulljames, actual director de la Ópera Real de Dinamarca, que ha dirigido Street Scene en una premiada producción de pequeño formato estrenada en Londres en 2008 y que pudo ser vista en Barcelona en 2013. En esta ocasión, su renovada concepción de la ópera contará con escenografía y figurines de Dick Bird, que recrea la atmósfera de la ópera partiendo de documentación gráfica de los años 40 neoyorquinos, reforzando su componente naturalista.
Tim Murray, que vuelve al Real después de sus interpretaciones de Porgy and Bess en el verano de 2014, estará al frente de más de un centenar de intérpretes de gran versatilidad vocal y teatral, encabezados por la soprano Patricia Racette –que debuta en el papel y en el Teatro Real–; el barítono brasileño Paulo Szot –asiduo en los carteles de Broadway, que ofreció un concierto en el Real la pasada temporada–; el tenor Joel Prieto –Tamino en La flauta mágica cinematográfica dirigida por Barrie Kosky en el Teatro Real– y la soprano británica Mary Bevan.
El Teatro Real se llenará de ritmos de jazz, de swing y de blues, llevando su nueva producción a todo el mundo a través de la edición de un DVD y de la grabación audiovisual que se distribuirá internacionalmente. El canal francés Mezzo retransmitirá la ópera en directo el próximo 16 de febrero y Radio Clásica la emitirá en diferido.