A partir de la narración de la vida de Santa Teresa y de su obra escrita, que marcaba el camino de la exposición, AC/E ha desarrollado una versión itinerante del proyecto articulado a partir de recursos gráficos, interactivos, audivisuales y versiones facsímiles de las publicaciones más relevantes. La muestra refleja la relevancia del personaje, por su labor como fundadora y escritora.
El título de la muestra, La prueba de mi verdad, es uno de los versos de Teresa de Jesús y con él se pone de manifiesto que la exposición, comisariada por Rosa Navarro Durán y Juan Dobado Fernández, narra su vida a partir de su obra escrita. Las páginas de sus libros se abren al público, convirtiendo sus palabras en imágenes que lo acompañan durante todo el recorrido.
Como explica Navarro, «Teresa de Jesús es una escritora única y excepcional, porque en un tiempo en el que las mujeres no tenían acceso a la cultura y, por supuesto, no escribían, ella es la primera que crea el género de la autobiografía real». Se inspiró en las confesiones de San Agustín, pero «San Agustín era un retórico, un hombre muy culto que en sus escritos habla con Dios, mientras que Teresa habla a sus confesores o habla a las monjas con un lenguaje muy expresivo», continúa la comisaria.
Teresa de Jesús escribía con una prosa enormemente visual para que sus lectoras, las monjas carmelitas, pudieran entenderla fácilmente. La escritora necesitaba imágenes para su vivencia espiritual y, al mismo tiempo, supo recurrir a la realidad que le rodeaba para expresar las complejas experiencias que quería describir. En el discurso expositivo se ha querido imitar esta forma de escribir y por eso se hacen visibles algunas de las alegorías que utilizaba, acompañándolas con las creaciones artísticas que ilustran su obra o que derivan de ella.
Proyección universal
El visitante se adentra en el mundo de la mística desde su nacimiento el 28 de marzo de 1515, pasea por su infancia, su entorno y sus primero contactos con los libros. Tras esta etapa, Teresa se adentra en una crisis física y emocional, después viene la entrada en el convento y sus continuas lecturas de los padres de la Iglesia. La escritura de sus libros, la fundación de conventos y la extensión de su obra son los siguientes pasos que analiza la exposición, hasta, finalmente, llegar a sus últimos días y a su fallecimiento en Alba de Tormes en octubre de 1582.
Desde su muerte comenzó a brillar como ejemplo: en 1588, el gran humanista Fray Luis de León editará sus obras y hablará de la “elegancia desafeitada” de su escritura y del deleite que da leerla, y en 1622 la santificará Gregorio XV. Según explica Juan Dobado, «la canonización de Santa Teresa es la gran canonización de Barroco. En un ambiente de Contrarreforma, Santa Teresa tuvo una gran proyección universal que se ha traducido en que prácticamente casi todos los grandes autores del Barroco la han retratado».