Comisariada por Ángel Calvo Ulloa, la muestra surge de una invitación cursada por el Museo a la artista que le ha llevado a ahondar en los tejidos funerarios peninsulares del siglo XIII. Para ello, reactivando en parte una pesquisa iniciada a comienzos de los 2000 con la serie La alfombra española siglo XV (2004-2018), Lanceta se remonta a un período de tensión cultural y religiosa que dejará en estos reinos tres maneras muy diferenciadas de trabajar y entender la elaboración textil en su relación directa con la muerte.
El sueño de la cólcedra, que da título a esta exposición, y que es también el título de la obra que la artista ha producido para la Capilla de los Condes de Fuensaldaña, surge de una convivencia sostenida aun en el siglo XIII entre las tres grandes culturas que habitaban la península, interconectadas a través de los talleres textiles. Si, posteriormente, ya en el siglo XV, esa conexión que Lanceta estableció se desarrollaba en pleno momento culminante de la expulsión musulmana, el XIII comienza con el preludio de ese proceso y deja episodios como la batalla de las Navas de Tolosa entre los reinos cristianos del norte y el califa almohade Muhammad al-Nasir.
Este proyecto, configurado en torno a ese vínculo fratricida que ha caracterizado en gran medida la historia de la península, desemboca en El paso del Ebro (2013-2015), proyecto meditado en los viajes semanales que Lanceta realizó durante aquel período entre Alicante y Barcelona, y en el que se dan cita los relatos de su infancia, ligada a Horta de San Joan, en la comarca de la Terra Alta tarraconense, área de influencia del río y retaguardia franquista en donde en 1938 se situó uno de los mayores hospitales de sangre de la Batalla del Ebro.
El histórico origen funerario de esta capilla, construida a mediados del siglo XV es el detonante para reactivar una investigación de Lanceta que se acciona mediante un conjunto de tejidos adscritos a las guerras y ritos fúnebres practicados en la península entre los siglos XIII y XIV.
Surge así el estudio pormenorizado de una serie de acontecimientos históricos, por medio de los tejidos localizados en el panteón real del Monasterio de Santa María La Real de las Huelgas (Burgos), de los pertenecientes concretamente a los sepulcros de Leonor de Plantagenet y Alfonso VIII, o del Pendón de las Navas de Tolosa –pieza cumbre de la tapicería hispanomusulmana y probable botín de Alfonso VIII tras la batalla– pero también de otros casos como los representados por las cuatro tablas al temple de los Plañideros halladas en la tumba del caballero Sancho Sánchez Carrillo en la ermita de San Andrés de Mahamud (Burgos).
¿Iguales ante la muerte?
La riqueza de los tejidos encontrados en las Huelgas evidencia la diferenciación que incluso la muerte establece entre pueblo y poder. Para el comisario de esta muestra no es baladí que este proyecto se inscriba aquí y ahora, casi cuatro años después del inicio de la pandemia, un hecho que volvió a remarcar estas distancias y que pone en tela de juicio la célebre afirmación de Horacio: Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque torres (la muerte hiere con el mismo pie las tabernas de los pobres y las torres de los reyes).
La suntuosidad de estos tejidos constata esa brecha, que además contará en el siglo XIII con tres realidades que se irán cruzando, no sólo en los campos de batalla, sino también en los talleres textiles de musulmanes, cristianos y judíos. Sin embargo, para Ángel Calvo Ulloa, «más allá del interés de Lanceta por los tejidos y el tejer, existe en su adscripción al textil cierto rechazo a un encasillamiento que dista mucho de lo que en realidad agita sus procesos. El sueño de la cólcedra supone un punto de inflexión en este aspecto, abriendo la puerta a una investigación que rebasa la idea del tejer como metalenguaje, hasta convertirse en un medio, o quizás en una excusa que le permita abordar una pesquisa historiográfica desde frentes diversos».
Diseminada en un conjunto de mesas que otorgan a la Capilla cierto aspecto laberíntico, y que alude a las ruedas de reconocimiento de los familiares que procuran los objetos portados por sus hijos muertos en la contienda, se replica aquí una imagen icónica del ritual de identificación que se sigue repitiendo en un mundo en permanente conflicto bélico. Sobre estas mesas descansan ahora los materiales con los que la artista ha trabajado durante el último año. Dibujos, tejidos, imágenes y otros documentos que permiten descifrar una labor investigativa cuya definición cobra formas cada vez más amplias.
Y sobre estas penden los tapices y telas realizadas a partir de cada uno de estos casos de estudio, destaca el comisario de la muestra. «Surgen, además, una serie de concatenaciones históricas perpetradas por Lanceta mediante ejercicios como la invocación, por medio de los poemas de Anne Sexton, Alejandra Pizarnik y Sandra Santana, de personajes como Blanca de Borbón, Leonor de Guzmán o María de Padilla, víctimas en diferente medida de las castas reales, de esposos y amantes que las relegaron, las mataron o las enfrentaron. Las palabras atraviesan en este caso los siglos y semejan haber sido escritas bajo el influjo de la suerte de estas tres mujeres. No son las únicas, por ello resuenan cerca algunas de las cartas que madres, padres y esposas escribían desde el desasosiego. Cartas llegadas desde lugares de todo el planeta a la Oficina de la Guerra Europea, creada en 1915 por Alfonso XIII, rey por entonces de un país declarado neutral, que incluían descripciones físicas, fotos y dibujos que ayudases a localizar a hijos y esposos en hospitales o entre el magna cárnico que han sido, son y serán las guerras».
Así lo reflejan esos textos susurrados por Teresa Lanceta que invaden la Capilla, aptos para ser escuchados en la soledad del duelo. Evidencia de esto será también la velada alusión que hace al aspecto económico que atraviesa la guerra y las diferencias sociales, y lo hace equiparando el valor de mercado de setenta kilogramos de lana y 2,5 gramos de seda teñida con rojo quermes. La primera viste al pueblo, la segunda a la realeza.
La alfombra española siglo XV (2004-2018) y El paso del Ebro (2013-2015) se despliegan en la Sala 9, dos proyectos previos en los que afloraba ya una preocupación por los acontecimientos que de algún modo han ido configurando a lo largo de los siglos el devenir histórico de la península.
El primero toma como punto de partida la próspera industria de alfombras de inspiración y ejecución islámica que existía en el siglo XV en Albacete. Diseminadas hoy por museos de todo el planeta, estas eran por aquel entonces adquiridas por poderosas familias cristianas que, al tiempo que hacían la guerra a los musulmanes, les encargaban la inclusión de su heráldica en aquellas suntuosas alfombras mudéjares de marcos amplios y señalados que, según Lanceta, traducen el espíritu de su tiempo, como si nos quisieran decir que el espacio se constreñía más y más. Y que hoy, con su lenguaje, nos recuerdan que existió una cultura distinta y que fue derrotada pero que, mientras duró, brilló con luz propia.
Aquella investigación de Lanceta se tradujo en un conjunto de tejidos, pinturas, dibujos y cerámicas que son presentados ahora en su casi totalidad. Al fondo de esta sala, El paso del Ebro se detiene en la batalla más larga y cruenta de la Guerra Civil. Lanceta rememoró con este proyecto los relatos oídos en su infancia, trasladando la mortandad de los cinco meses en los que se desarrolló el combate a cinco tejidos que evocaban aquel con el que su abuela envolvía el pan recién salido del horno.
Las 230 imágenes tomadas durante las idas y vueltas de 2013 a 2015 –115 a la ida y 115 a la vuelta–, tantas –115– como los días que duró la batalla; los vídeos grabados en aquellos escenarios o los objetos rescatados por el pequeño museo de La Trinxera en Corbera d’Ebre completan un relato que desde lo personal invoca una memoria colectiva ahogada no sólo en las aguas del río, sino también en décadas de silencio.
– Descargue aquí el folleto de la exposición [1]
Proceso colaborativo
Fiel al proceso con el que opera Teresa Lanceta desde hace décadas, El sueño de la cólcedra se ha realizado en colaboración con los equipos de las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, y se completa con tres colaboraciones planteadas ex profeso para la Capilla por las artistas Ángeles San José, Leonor Serrano Rivas y Nader Koochaki; además del trabajo realizado por la artesana tintorera Lala de Dios. Los arquitectos Ester Gisbert y Alfonso Cuadrado, del estudio creativo Drassana, han configurado para el espacio del claustro una cartografía que vincula los episodios históricos de la Capilla y la Sala 9. Asimismo, El paso del Ebro se acompaña de un conjunto de utensilios cedidos para la ocasión por La Trinxera, iniciativa de estudio dedicada a la Batalla del Ebro.