La exposición, centrada en el proceso de creación de las vidrieras que realizó Gustavo Torner [1] en la Catedral hace 20 años, incluye 65 obras realizadas entre 1995 y 1992.
Torner entrópico, comisariada por Alfonso de la Torre [2], coincide con el estreno mundial, en el mismo templo [3], de la obra de Joan Magrané [4] Tu solus qui facis mirabilia, dedicada al mismo Torner, a cargo del grupo vocal Kea, con Enrique Azurza como director. Esta obra es un encargo de la Semana de Música Religiosa de Cuenca (SMR) en coincidencia con el aniversario del artista.
En los inicios de los años noventa se instalaron en la Catedral de Cuenca las vidrieras concebidas por Torner, inauguradas oficialmente el 24 de abril de 1995, y que se habían ido gestando en los cuatro años anteriores en colaboración con el maestro vidriero Henri Dechanet y el taller Vítrea. En su iconografía, el artista ha revelado siempre la influencia de trabajos de diversos creadores, como Munch o Matisse, pero también otras numerosas referencias iconográficas, algunas poco referidas, a las que esta muestra se aproxima ahora.
Estudios previos y proyecto
Así, Torner entrópico incluye una buena parte de los estudios previos y proyecto de estas vidrieras, que se conservan en la colección del Museo Reina Sofía de Madrid, y un conjunto de unas treinta pinturas y fotografías de las décadas cincuenta y sesenta.
Partiendo de dos cuadros de 1955 y 1956 (Interior y Catedral, la Cuenca que en ese tiempo contempla el artista), esta exposición analiza el surgimiento del mundo abstracto de Torner, revelando, en palabras de su comisario, «una figuración quieta que, empero, parece estar en tensión, como a la espera del inmediato encuentro con el mundo moderno».
Avanzada la década de los cincuenta, Torner se incorpora a un quehacer abstracto y reflexivo en el que abundan los cuadros magmáticos con materias diversas: raíces, cáñamo, minerales, etc. o sus llamadas pinturas de dos partes y collages matéricos, que se muestran en la exposición, así como algunas de la fotografías realizadas por el artista en aquel tiempo.
Desde su ventana
De la Torre inicia esta muestra desde la ventana del estudio del artista: «Desde ella se ve la Iglesia de San Pablo donde está el Espacio Torner. A la derecha está la catedral, que es donde se ubica la exposición, y un poquito más a la derecha está el Museo de Arte Abstracto. En esa especie de triángulo, casi esotérico, ha sucedido todo su mundo. 70 años de creación, 90 cumple ahora, que han tenido mucho que ver con eso que él está mirando desde su ventana». Así, «la exposición recoge el mundo Torner a través de un par de cuadros figurativos (uno de ellos de la propia catedral) y otro que bien pudiera describirse como tautológico, porque es una pintura de su estudio, pero representado cerrado, con la puerta cerrada y el título de Interior«.
La imagen del cartel de la muestra es una fotografía de los hermanos Blasi, que estuvieron en Cuenca a mediados de los años 60, y en ella está «Torner sentado en un sillón en el que gira sobre sí mismo». «Esa imagen de espiral, de Torner mirando hacia dentro, es la imagen también de esta exposición, que se completa con algunas imágenes audiovisuales de sus referencias para hacer las vidrieras, de un mural que está en la Universidad de Oslo, de otra en la que mira las vidrieras de Matisse en un pequeño pueblo de Francia, o de aquella en la que recuerda las vidrieras de la catedral de York. También tenemos una entrevista audiovisual que hemos reproducido», explica el comisario.
Artista espiritual
De la Torre le describe como un artista espiritual, «un artista que ha pasado por muy diversas reflexiones que van desde pensar en el ADN, en el Big Bang, en el agua primigenia, y también en Dios». «Como decía Fernando Zóbel, el estilo de Gustavo Torner es un estilo de pensar, que sin eludir lo plástico, habla de la inteligencia».
Para el comisario estamos ante un «artista fundamental en la plástica, pero también en el montaje de exposiciones, ya que a él se deben, por ejemplo, los primeros montajes de las muestras de la Fundación Juan March o algunos montajes de salas del Museo del Prado. Ha realizado escenografías, y aunque suene un poco tópico decirlo, es un hombre renacentista, en el sentido de que su mirada no ha estado sólo en el lienzo o la pintura, sino que ha abarcado diversos ámbitos. Como ejemplo tenemos algunas de sus primeras fotografías, que en 1955 expone por primera vez en una de las primeras galerías-librerías que hubo en España».
Sin duda, «un artista esencial que ahora padece el oprobio de tener cerrado el espacio Torner por las dificultades económicas de estos tiempos y que, por supuesto, merece ese homenaje que le hace la Semana de la Música Religiosa de Cuenta».
Autodidacta
[5]Gustavo Torner (Cuenca, 1935) es un artista autodidacta. Profundamente inmerso en el mundo de la cultura, destaca en el vasto panorama español de los años sesenta por la riqueza de materiales que emplea en sus trabajos, plenos de libertad formal y cromática. Junto a Fernando Zóbel y Gerardo Rueda forma la llamada Escuela Conquense, una de las primeras iniciativas para introducir en los años sesenta en España las nuevas corrientes del arte moderno, con la fundación del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca como principal iniciativa, en el que Torner colaboró desde su creación.
Formado como ingeniero técnico forestal y dadas sus buenas condiciones como dibujante, simultaneó profesión y oficio en sus primeros años de actividad profesional. Partiendo de la creación de láminas de botánica, Torner desarrolló una etapa de impronta figurativa que evolucionará hacia la abstracción y el constructivismo.
Desde que en 1965 deja su carrera de ingeniero y se dedica íntegramente a su carrera artística, Torner ha alternado la pintura y la escultura con otras muchas expresiones artísticas, tales como la creación de obra gráfica, escenografía, figurines de teatro y ópera, tapices, además de colaborar en las vidrieras de la Catedral de Cuenca y el Museo Diocesano de Arte Religioso de Cuenca.