A comienzos del siglo XX se despierta en España el interés académico por el arte hispanoamericano, el producido en los virreinatos españoles en el territorio americano desde el siglo XVI hasta el comienzo del XIX. La creación en la Universidad de Sevilla de los cursos englobados en la llamada Cátedra de Historia del Arte Colonial Hispanoamericano supuso un punto de partida fundamental. El arquitecto argentino Martín Noel, autor del Pabellón Argentino en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929), fue el primer invitado a desarrollar un curso en esta cátedra cuyo titular sería Diego Angulo Íñiguez.
Durante los años veinte y treinta, Angulo realizó sus primeros viajes a América y allí pudo conocer el estado en el que se encontraban los estudios de esta materia y contactar con los investigadores locales, con los que estableció importantes lazos institucionales y personales. Su metodología de estudio fue fundamental para poner en marcha la publicación de la Historia del Arte Hispanoamericano, que le encargó la editorial Salvat, y a la que se unieron pronto Enrique Marco Dorta y el arquitecto argentino Mario Buschiazzo.
Esta exposición pone de relieve la biografía de esa Historia a través de documentos y objetos vinculados con el trabajo de dos autores (documentos de viaje, cartas, borradores, fotografías, cuadernos de viaje, fichas, etc.) y adquiere una especial relevancia al superarse los 70 años de la edición de su primer volumen.
Entre España y América
Diego Angulo Íñiguez se especializó como historiador del Arte en Alemania en los años veinte, adquiriendo una sólida formación metodológica para el análisis formal de las artes, sustentada siempre en una historia documentada científicamente. El notable paso a una historiografía sistemáticamente avalada por el conocimiento preciso de los datos históricos significó la generación de una escuela superadora de otras visiones más intuitivas y subjetivas encuadradas en lo que se denominaba la “filosofía del arte”.
Enrique Marco Dorta seguiría en la línea de trabajo de su maestro Angulo. Su tesis doctoral, sobre la evolución de la ciudad de Cartagena de Indias, publicada en 1951, marcaría la conjunción de la nueva vertiente histórica, trabajando en la recopilación de las fuentes documentales en el Archivo de Indias, viajando entre 1940 y 1941 a Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia para realizar nuevos trabajos documentales en archivos, registrar fotográficamente las obras, abocetar detalles y planos de edificios y perfeccionar la aproximación analítica mediante un trabajo de campo intensivo. Este camino de ida y vuelta entre el documento de papel y las propias obras, que eran documentos esenciales, mostró la potencialidad de este avance y garantizó la solvencia de las nuevas miradas que se fueron sucediendo.
Mario José Buschiazzo, autor de numerosos ensayos sobre las arquitecturas de la región andina, del cono sur americano e inclusive de México y Estados Unidos, ya había publicado en 1944 una recopilación de sus textos con el título Estudios de arquitectura colonial hispanoamericana y en sus múltiples viajes había tejido una sólida urdimbre de solidario interés en estas investigaciones, fundamentales para su participación en la nueva obra. Moller en Venezuela, Giuria en Uruguay, Benavides en Chile y Harth Terré en el Perú sería entre otros los interlocutores de esta red articulada entre España y América.