En este reportaje profundizaremos en TRIBRU24, que bajo el lema Spaces of Possibility (Espacios de posibilidad) busca aflorar el potencial oculto de la urbe: ¿Cómo puede una ciudad protegida por la UNESCO afrontar el cambio? ¿Y cómo pueden el arte y la arquitectura contemporáneos conseguir que ese cambio sea sostenible?

Invitados por los comisarios Shendy Gardin y Sevie Tsampalla, 12 artistas y arquitectos de diferentes países intentan responder a estas preguntas en lugares poco utilizados o casi desconocidos de la ciudad. Con intervenciones e instalaciones que se pueden recorrer de manera gratuita conectan barrios y muestran nuevas formas de utilizar el espacio: un ejercicio de imaginación, una mirada a lo que Brujas puede ser hoy y en el futuro.

Tal y como explican Gardin y Tsampalla, Espacios de posibilidad «cuestiona la idea de que las cosas ‘son como son’ y sugiere que podrían ser de otra manera. Tiende un puente constante entre el contexto local y el pensamiento colectivo más amplio sobre la ciudad y su potencial futuro, donde la transformación no es el objetivo final, sino un medio que permite el cambio mental o espacial a través del poder transformador del arte y la arquitectura».

Las instalaciones se reparten por el centro, Brujas Oeste y Zeebrugge. Los artistas y arquitectos ubican en el mapa lugares que han permanecido ocultos durante décadas o que se han visto recientemente sometidos a grandes transformaciones. Por ejemplo, la plaza ‘t Zand (la más grande de Brujas, rediseñada en 2018), la construcción del nuevo Bruges Meeting and Convention Centre (2021) o la ampliación del puerto de Zeebrugge (literalmente, Brujas del Mar), el antiguo pueblo situado en el pólder de la costa ha crecido hasta convertirse en el Puerto de Amberes-Brujas, uno de los mayores de Europa.

Espacio y materiales

Para Shendy Gardin, las 12 instalaciones de arte y arquitectura de TRIBRU24 «no solo ofrecen una perspectiva diferente de Brujas, sino que también ilustran cómo podemos tratar el espacio y los materiales de manera diferente. Desafían y fomentan el diálogo sobre cómo se pueden hacer las cosas y juntas cuentan la historia de una ciudad en pleno cambio». Su compañera, Sevie Tsampalla, considera que la Trienal toma a la urbe flamenca «como punto de observación para imaginar otras ciudades y otros futuros posibles, porque practicar lo posible es cuestionar los paradigmas dominantes y proponer que las cosas pueden hacerse de otra manera».

 

Una de estas instalaciones también aporta un cambio temporal al horizonte de la ciudad. El estudio de arquitectura tailandés Bangkok Project Studio ha construido, inspirándose en el icónico Belfort del siglo XIII, un campanario contemporáneo. Un mirador de madera de 18 metros de altura que llama la atención sobre una zona poco frecuentada del Parque Rey Alberto I, invitando a visitar esta zona verde poco conocida y a disfrutar de una nueva visión de Brujas.

Paralelamente, tres museos de la ciudad –Groeninge, Gruuthuse y el recientemente renovado Hospital de San Juan– organizan una gran exposición conjunta, Rebel Garden. En ella, el arte antiguo y el contemporáneo de numerosos artistas internacionales ahondan en el impacto del ser humano en la naturaleza.


Su tema central, el jardín, que simboliza el cuidado, la creación y la resistencia, conecta las tres sedes. Los jardines son barómetros locales del estado del planeta: forman parte de nuestro ideal de vida y al mismo tiempo son un lugar donde se hacen cada vez más visibles los efectos del cambio climático. La ambiciosa muestra aborda temas de gran actualidad como los efectos del calentamiento, la sexta extinción masiva y el activismo climático, la simbiosis entre el ser humano y la naturaleza y la relación entre el artista y el jardín. Una selección de obras de colección propia introduce esos temas y abre el debate con algunas obras y creaciones recientes.

De la colección de Musea Brugge, que agrupa a todos los museos de la ciudad, se exponen obras de Roger Raveel, Emile Claus y Otobong Nkanga, y de más de cincuenta artistas contemporáneos como Guillaume Bijl, Christine Ödlund, Giuseppe Penone, Rose Wylie o de Per Kristian Nygård, cuya escultura de jardín convierte el patio del museo Gruuthuse en uno de los polos de atracción de la exposición y, más aún, de TRIBRU24.


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– Brujas, mágica y auténtica a la vez, respira historia y su visita hace retroceder en el tiempo hasta la Edad Media. ¿Quiere conocer otros atractivos culturales de la cuna de los primitivos flamencos?

Diálogo crítico

Los protagonistas

Iván Argote (Colombia), Bangkok Project Studio (Tailandia), Mariana Castillo Deball (México), Mona Hatoum (Líbano/Reino Unido), Ivan Morison (Reino Unido), Norell/Rodhe (Suecia), Shingo Masuda + Katsuhisa Otsubo Architects (Japón), SO–IL (EE.UU.), Studio Ossidiana (Países Bajos), Adrien Tirtiaux (Bélgica), Traumnovelle (Bélgica) y Sumayya Vally (Sudáfrica).

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Con sus obras e instalaciones, los artistas y arquitectos participantes conectan barrios, muestran nuevas formas de utilizar el espacio y buscan la belleza en lugares que habitualmente pasan desapercibidos. Cada una de ellas entabla un diálogo crítico con el espacio público: se compromete con su historia, su rico patrimonio y crea nuevos relatos sociales, comunitarios y ecológicos que pueden inspirar transformaciones sostenibles para otras ciudades del mundo.

Como recuerdan sus comisarios, «los últimos tres años han puesto muchas cosas en perspectiva: múltiples crisis a escala global están acrecentando el daño ambiental, aumentando la presión sobre la vivienda y el trabajo, y afectando a la salud y la vida social. Mientras el oportunismo, el extractivismo y la fiebre de la construcción continúan marcando el tono, estos tiempos también están trayendo una nueva conciencia de nuestras interdependencias y tienen el potencial de provocar un cambio socioecológico. Nos enfrentamos al desafío de pensar de manera diferente, adoptar nuevos métodos y usar los materiales y recursos de manera más inteligente si queremos priorizar nuestro bienestar y el del planeta. El papel que el espacio público asume en esta historia es esencial: de movimiento, encuentro y creatividad, de perspectiva, flexibilidad, azar y libertad. En Brujas también. Una ciudad que ha evolucionado a lo largo de los siglos, de una metrópoli medieval a un entorno tranquilo, de un sueño neogótico a un destino turístico que ahora intenta escapar de las masas. Moldeada por una sucesión de historias, desde su fundación en el siglo IX, Brujas sigue evolucionando hacia la red que conocemos hoy: una retícula del siglo XIII que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000 y que, con 8,6 kilómetros de circunferencia y una superficie de 430 hectáreas, sigue siendo una ciudad a escala humana».