Turning Heads destaca la fascinación de los maestros antiguos por el rostro y cómo experimentaron libremente con las expresiones faciales, las emociones, la luz y el atrezo. Así, el visitante podrá encontrarse cara a cara con las cabezas grotescas de Quinten Metsijs, las testas de campesinos de Pieter Bruegel, las de estudio de Peter Paul Rubens o las expresivas caras de Adriaen Brouwer y Rembrandt.
El interés por los tronies (la antigua palabra holandesa para denominar el rostro) surgió en el siglo XVII, cuando artistas como Rubens, Rembrandt y Vermeer volcaron su talento en la pintura del rostro humano. Los resultados son obras íntimas que nos acercan más que nunca al artista. Nunca como hasta ahora se había abordado el género de forma tan exhaustiva. De hecho, Turning Heads reúne en el KMSKA nada menos que 76 elocuentes obras procedentes de colecciones belgas e internacionales.
«No se trata de retratos. En realidad se trata de todo menos de retratos», explica Nico Van Hout, jefe de Colecciones del KMSKA y cocomisario de la muestra. «Los artistas utilizan en estas obras a personas que no necesitamos reconocer. Esas son las cabezas que mostramos. Personas muy comunes, donde el rostro cuenta su propia historia. A menudo son obras pequeñas ejecutadas de manera impresionante. No puedes acercarte más al artista que contemplándolas».
Género propio
La muestra cuenta, en suma, cómo los artistas flamencos se enfrentaron al rostro de una manera lúdica. Desde el siglo XVI hasta el XVII; desde la cabeza de estudio a los tronies. Para sus experimentos creativos, estos maestros solían hacer uso de modelos anónimos. Personas comunes, rostros poco comunes. A través de cinco temas, la exposición trata de cómo la fascinación por la cabeza se convirtió en un género propio.
Desde finales del siglo XV, el interés por las expresiones faciales es evidente. Incluso lleva a pinturas que muestran solo rostros. Así, por ejemplo, la exposición compara dos de ellas: Cristo con la cruz a cuestas del Bosco y Jesús entre los doctores de Durero, excepcional préstamo del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Ya en el siglo XVII, maestros como Rubens, Rembrandt y Vermeer liberaron por primera vez la cabeza del contexto de las escenas bíblicas y mitológicas. Esto resultó en pequeñas, íntimas y sorprendentes obras.
Así, Rubens –el gran pintor de Amberes– [1] creció con las cabezas pintadas por El Bosco, Durero y otros predecesores. En Italia también se introdujo en el arte de las cabezas de estudio: dibujos, bocetos y pinturas de modelos anónimos, desde diversas perspectivas y siempre con una expresión facial neutra. Dependiendo de su papel final en la pintura, a estos estudios preliminares se les asignaba una emoción o expresión específica. De esta manera se ajustaban al conjunto como un rompecabezas. Turning Heads reúne los mejores ejemplos de este trabajo de estudio de gran realismo.
Cambio sísmico
Los artistas de los siglos XVI y XVII fueron responsables de un cambio sísmico. Los rostros habían sido previamente dominio exclusivo de abarrotadas escenas bíblicas y mitológicas. Ahora, sin embargo, se mostraban de manera individual y en todo su esplendor. Se jugaba con ellos, se estudiaban y se animaban con trajes y expresiones exageradas. Turning Heads no es una exposición sobre retratos. De hecho, es todo lo contrario. Artistas como Rubens, Rembrandt y Vermeer usaban modelos anónimos para llevar a cabo experimentos creativos por iniciativa propia. Modelos que no tenían que ser reconocidos, que renunciaban a sus ‘derechos de imagen’, por así decirlo, y no necesitaban ser nombrados. Esos son los tipos de rostros que se muestran aquí. Personas completamente ordinarias cuyos rostros cuentan su propia historia. Esta muestra permite seguir la evolución del género a través de cinco temáticas. Comenzando con un preludio del siglo XV, concluyendo con los rezagos del siglo XIX, y centrándose principalmente en el arte del siglo XVII. Rubens y Rembrandt ejercen de guías y aparecen constantemente a lo largo de la exposición.
En el siglo XVII, Frans Hals, Rembrandt y Vermeer llevan el arte de las «cabezas anónimas» a un sorprendente clímax. Se vuelven creativos con las cabezas de estudio y los rostros expresivos que descubren en sus viajes. Los artistas comienzan a usar el rostro como una forma de mostrar libremente sus habilidades. Agregan tocados y túnicas exóticas. También experimentan con expresiones faciales y con la luz.
El niño riendo de Hals ilustra bien cómo los artistas exploran emociones básicas, lo que se hace de manera matizada o a través de expresiones extremas, como en La poción amarga de Adriaen Brouwer o El fumador de Joos Van Craesbeeck.
Los maestros también juegan abundantemente con la luz y la sombra. En Joven con sombrero rojo de Vermeer, última obra de este espectacular recorrido, la luz baila sobre un sombrero con plumas exóticas. Su expresión es misteriosa, cautivadora. Es una de las obras más pequeñas de Vermeer, pero quizás la síntesis definitiva del género.
Turning Heads es fruto de la colaboración entre el KMSKA y la Galería Nacional de Irlanda, adonde viajará tras su paso por ciudad flamenca (24.02.2024 – 26.05.2024).
Sobre el KMSKA
El Real Museo de Bellas Artes de Amberes (KMSKA) reabrió sus puertas el 24 de septiembre de 2022 [2] tras más de diez años de obras y 100 millones de euros de inversión, y con ello la posibilidad de admirar como nunca un excepcional conjunto de obras maestras de Rubens, Van Eyck, Brueghel, Van Dyck, Memling, Ensor, Magritte, Wouters y muchos otros.
El museo ofrece dos mundos en uno, con maestros antiguos en las galerías históricas y modernos en un nuevo volumen inserto en el anterior. La joya de la corona es la colección más grande de obras de James Ensor –en 2024 se conmemorará el 75 aniversario de su fallecimiento [3]–, punto de encuentro entre ambos. Siete siglos de arte al alcance de cualquiera que se quiera acercar a conocer los imnumerables atractivos de la ciudad del Escalda [4].
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