Un jardín japonés es un espacio que invita a la contemplación, imitando a la naturaleza que trata de reproducir en miniatura, pero a la vez compartiendo códigos estéticos con la caligrafía, el arte y la tradición. Todos los componentes que forman parte del jardín japonés importan un simbolismo y unas normas que informan sobre el significado de la disposición de todos y cada uno de ellos, como si fueran los elementos de una escritura gráfica con una identidad cultural definida.
Producido por Matadero Madrid y Casa Asia, este proyecto delimita el espacio del jardín sobre la planta territorial que ocupa el país. Es un jardín seco rodeado de un mar de sal, en el que las ocho regiones de Japón se han convertido en islas, al abrir caminos entre ellas para que el público pueda desplazarse como por el interior de un organismo vivo, y puedan así pasear y contemplar de cerca la instalación.
Capacidad de adaptación
Esther Pizarro estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en el año 1990 y se doctoró en Bellas Artes en 1995 con su tesis Materia para un espacio. Antecedentes y nuevas propuestas. Vital y apasionada por su trabajo, tiene la capacidad para adaptarse a la obra que se le encomienda y al espacio que ésta ocupará, como se puede observar en sus obras para el Metro de Madrid o en su trabajo Mapa Genético, que instaló en la localidad de Parra, San José de Ocoa, República Dominicana, en 2000.