La relación entre la CND y el coreógrafo estadounidense [1], uno de los más innovadores y provocadores del siglo XXI, tiene ya una larga trayectoria que se ha traducido en la puesta en escena de nueve de sus creaciones.
«Este programa –recuerda José Carlos Martínez– lo llevo pensando mucho tiempo, pero hasta ahora la Compañía no estaba lista para abordarlo. En nuestro país sigue vivo ese conflicto entre lo clásico y lo contemporáneo por la falta de compañías, y a lo mejor antes de Don Quijote era demasiado pronto para este programa de Forsythe, que creo que es un paso adelante dentro del proyecto que estamos desarrollando, porque une esa parte más contemporánea con la más clásica. En resumen, creo que este programa representa lo que para mí debería ser en el futuro la Compañía Nacional de Danza. Una compañía con 50 bailarines y capaz de bailar todo tipo de repertorio. Es verdad que, a nivel de esfuerzo, para la CND este programa ha sido importante. Hemos tenido que traer a cuatro repetidores, han sido tres meses de intenso trabajo, a la vez que hacíamos giras y que íbamos y veníamos con otros programas, y en cuanto al entrenamiento no hay que olvidar que el trabajo con Forsythe, además de esa parte de improvisación, exige estar muy en forma».
De lo clásico a lo contemporáneo
Para la preparación de este espectáculo, los bailarines han contado con la colaboración de los mejores maestros de la Fundación Forsythe, que han montado las coreografías: Noah Gelber (The Vertiginous Thrill of Exactitude. En palabras del propio Martínez, «en 13 minutos están todos los pasos del repertorio clásico». Es la más clásica de las tres y un auténtico reto para los solistas por su dificultad técnica); Agnés Noltenius y Maurice Causey (Artifact Suite, que también utiliza un vocabulario clásico, toma movimientos muy simples y los desestructura hasta el infinito. También aumenta el número de bailarines, con toda la CND en escena), y Ana Catalina Román (Enemy in the Figure. La más contemporánea de las tres. Una pieza muy viva que ya se había bailado antes en la CND, pero que su director considera muy interesante porque forma parte de otro tipo de coreografías de Forsythe, las ‘instalaciones en movimiento’: «No es una de las más vanguardistas pero sí utiliza como base principal la improvisación y demuestra la versatilidad de nuestros bailarines»).
La creación coreográfica de Forsythe parte de su concepción de la danza como una forma de lenguaje para el que él, de forma innovadora y precursora, crea un vocabulario y unas reglas de expresión que marcan el discurso narrativo. Con estos nuevos códigos desestructura la danza clásica, rompe las reglas habituales y transforma el espacio. Forsythe exige al espectador una mirada diferente sobre lo que está viendo, quiere que entienda cómo se forman los espacios y dónde está el origen del movimiento, busca una comprensión íntima entre el bailarín, la forma y el que mira.
Sus coreografías se representan en la actualidad por las compañías más importantes del mundo. Al reto que sus movimientos suponen para los bailarines se une el concepto espacial de las figuras en la escena, en el que el universo teatral y la iluminación juegan un destacado papel. Emoción pura en movimiento.
- Los menores de 30 años pueden adquirir entradas de último minuto, al 90% de descuento, desde cuatro horas antes del comienzo del espectáculo. La Fundación Loewe [2] patrocina a la CND y, a su vez, la temporada de danza del Teatro Real.
- El 6 de mayo también se representará este programa en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia [3].
El universo William Forsythe
Por José Carlos Martínez
El universo William Forsythe es lo más parecido a un espacio teatral del que muestra sus entresijos (un telón que baja en medio de la pieza rompiendo el ritmo de la representación de Artifact Suite, o utilizando paneles u objetos móviles que separan el espacio escénico en Enemy in the Figure). También las luces juegan un rol importante en sus trabajos, delimitando diferentes espacios en el escenario, muy crudas para dar relieve a las siluetas de los bailarines u oscuras para hacerlos desaparecer en la penumbra.
Este viaje a través de su evolución comienza con The Vertiginous Thrill of Exactitude. Este ballet, coreografiado en 1996 para el Ballet de Frankfurt, es la segunda parte de Two Ballets in the Manner of the late XXth Century, donde el coreógrafo rinde homenaje a Marius Petipa y a George Balanchine. En él, Forsythe se divierte jugando con los códigos del ballet académico y con algo de ironía, coreografía un ‘divertissement’ donde rompe y deforma ‘arabesques’ y ‘attitudes’, multiplica los giros y saltos a un ritmo vertiginoso, exagerando el “off balance” hasta la acrobacia. Su danza tiene una dinámica atlética que representa la fuerza vital. Es todo un reto para los bailarines interpretar esta pieza que supone toda una demostración de lo que el vocabulario clásico ofrece de pureza y brillantez.
En Artifact Suite (extracto de Artifact, creado para el Ballet de Frankfurt en 1984), el coreógrafo sigue explorando el funcionamiento de los códigos de la danza académica, y a la vez muestra los secretos de tres siglos de historia. Para su Suite hace desaparecer la narración de la pieza original, dando la prioridad al trabajo puramente coreográfico. Los bailarines ejecutan una serie de figuras y variaciones que descomponen la escena, revisando los pasos básicos del vocabulario académico hasta que los transforman en figuras mucho más complejas. El espacio escénico cambia constantemente y juega con la simultaneidad de acciones, con la simetría/asimetría, el orden/desorden o con combinación de luces y sombras.
Con Enemy the Figure llegamos a una fase donde la exploración del movimiento más complejo es el eje principal de la pieza. Se abandonan las zapatillas de punta y el movimiento juega con el espacio y todos los objetos que lo rodean. La coreografía se elabora gracias a una investigación constante del movimiento, utilizando la improvisación y es imposible que los bailarines se acomoden o instalen en el proceso, ya que siempre se siguen explorando los extremos.