Haro, artista y escenógrafo, aborda en esta exposición, comisariada por Julieta de Haro, el arte contemporáneo en términos de puesta en escena, consciente de que todas las obras parten de un referente clásico y de que, en lo que de verdad innova un artista es en cómo se muestran esas creaciones al público, cómo se relacionan entre ellas y en el contexto en el que son mostradas.
El protagonista de la muestra es un tren que da título a la exposición y que invade toda la sala. Esta obra que conjuga mecánica, movimiento, escultura, vídeo y espacio sonoro está integrada en realidad por dos piezas: una producción audiovisual de un paisaje, tratado digitalmente y evocando a los inicios del cine, y la escultura que se mueve sobre los raíles.
La imagen proyectada va cambiando conforme avanza el tren, deformándose según la arquitectura de la sala y viajando por el espacio como si se tratara de un travelling al que acompaña la composición para piano creada por el profesor del Conservatorio de Murcia Sixto Herrero.
Adaptar el espacio
Como contraste al viaje y a la libertad, el artista ha situado en la parte interior de la iglesia, tras las celosías, la escultura Odalisca, que evoca la racionalidad, el cautiverio y la voluptuosidad carnal constreñida. La escultura metálica, que el creador define también como una suerte de pantocrátor, se completa con una luz y la sombra que se proyecta sobre la pared, mostrándose al espectador como un conjunto.
Ambas obras formaron parte de la exposición La Tregua [2] que el artista realizó en el espacio Tabacalera [3] de Madrid, aunque han sido adaptadas para Verónicas y, al ser mostradas en otro contexto, cambia también el modo en el que son percibidas. Además, a estas piezas se unen otras dos creadas en exclusiva para la sala murciana que ahondan en dualidades muy relacionadas también con el barroco de la sala.
La primera, titulada Nimbo, hace referencia a las nubes, es un vídeo que muestra una constelación en la cúpula de la antigua iglesia, una proyección que se completa con un espejo situado en el suelo que ofrece una visión diferente al espectador. La segunda es la pintura Azud, inspirada en el paisaje situado entre Blanca y Ojós. Ángel Haro siempre incluye en sus exposiciones una pieza de pintura como referencia a sus orígenes artísticos, y en esta ocasión se trata de una obra circular sobre aluminio de 2,40 metros de diámetro.