Comisariada por Eduardo López Valiña, esta muestra constituye un recorrido por las diferentes etapas creativas de la obra de Granell a través de 55 trabajos en diferentes soportes: pintura, collage, grabado, dibujo, fotografía, construcciones, obra cinematográfica, etc.
El título de la exposición proviene del óleo Los amantes de la Playa de Riazor, que Granell comenta en su obra literaria Historias de un Cuadro, publicada en el año 2007.
La exposición incluye, además, material de gran importancia perteneciente al archivo y a la biblioteca de Eugenio Granell: fotografías personales y artículos relacionados con la ciudad y la figura de Luis Seoane, así como películas inéditas en celuloide gracias a las que se puede apreciar el trabajo de Granell en el campo del cine experimental y surrealista, cedidas para la ocasión por el CGAI, Centro Galego de Artes da Imaxe.
El visitante también podrá contemplar un documento fechado el 16 de junio de 1929, depositado en la Real Academia de Nuestra Señora del Rosario, en el que se le concede a Eugenio Granell un pensionado para ampliar sus estudios de violín en la Gran Escuela Superior de Música del Conservatorio de Madrid, un hecho que cambiará su vida, puesto que en esta ciudad entrará en contacto con la vanguardia Surrealista y comenzará su militancia en el P.O.U.M.
Experiencias y anécdotas
Eugenio Granell. El regreso de los amantes gira alrededor de dos ejes: por un lado, la relación del artista con La Coruña, reflejada en numerosas obras y documentos incluidos en la exposición, y por otro, se centra en el amor como concepto, entendiéndolo como parte de la poética creativa.
El amor, junto con la idea de muerte, introduce al espectador en un camino compuesto por diferentes capas que concluyen en el regreso de la obra del artista a su ciudad, lo que supone retornar al comienzo de su existencia, a sus primeras vivencias, a su relación con el universo líquido y a su papel como observador en la formación de sus primeras relaciones personales.
Granell mantiene vivas en el recuerdo experiencias y anécdotas que dan lugar a la creación de obras tan significativas como El islote del Castillo de San Antón, un grabado de 1993 donde la alusión a uno de los monumentos más importantes de la ciudad sirve como pretexto para destapar las injusticias sufridas durante el servicio militar y los horrores de la contienda de 1936.
Este proyecto ha sido organizado conjuntamente con la Fundación Eugenio Granell [3], que este año celebra el veinte aniversario de su creación, una efeméride que sirve para recordar la estrecha relación que Eugenio Granell mantuvo con la ciudad gallega, en donde nació en el año 1912, y en la que tuvo lugar su primera gran exposición al regreso de su exilio americano en 1986.
Sobre Granell
Eugenio Fernández Granell pasa su infancia en La Coruña y Santiago de Compostela, hasta que en 1928 se traslada a Madrid para estudiar violín en la Escuela Superior de Música. Se interesa por la política y en 1935 ingresa en el Partido Obrero de Unificación Marxista (P.O.U.M.). Con el estallido de la Guerra Civil se incopora a las milicias republicanas y dirige el periódico El Combatiente Rojo. En 1939 inicia su exilio. Tras recorrer diversos campos de concentración consigue llegar a París, donde conoce a Amparo Segarra, que se convertirá en su esposa.
Ambos embarcan hacia República Dominicana donde se integra en el ambiente cultural, asociándose al grupo literario de vanguardia a través de La Poesía Sorprendida. En 1941 entrevista para el periódico La Nación a André Breton, con el que entabla una gran amistad. En 1946, después de negarse a firmar una carta de adhesión al régimen del dictador Trujillo, se traslada con su familia a Guatemala, donde ingresa como profesor en la Escuela de Artes Plásticas y en 1947 se integra activamente en el movimiento surrealista con la exposición Le Surréalisme, organizada por André Breton y Marcel Duchamp en París.
Tras el estallido de la revolución guatemalteca y huyendo de la persecución estalinista, Granell y su familia se trasladan a Puerto Rico, donde ocupará la cátedra de Historial del Arte en la Facultad de Humanidades. En estos años participa en diferentes exposiciones colectivas en la universidad puertorriqueña y publica Isla Cofre Mítico en 1951. En 1958 se traslada a Nueva York e ingresa como catedrático de Literatura Española en el Brooklyn College de esta universidad.
Continúa con su actividad literaria con libros como La novela del indio Tupinamba, Picasso’s Guernica. The End of a Spanish Era, El Clavo, Lo que sucedió…, Federica no era tonta y otros cuentos y La Leyenda de Lorca y otros escritos. En 1962 se incorpora al grupo surrealista Phases de París, dirigido por Édouard Jaguer y realiza numerosas exposiciones colectivas por todo el mundo.
En 1985 se regresa definitivamente a España, donde recibe numerosos premios.