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Una mirada distinta a los pueblos de colonización

La muestra, comisariada por Ana Amado y Andrés Patiño y organizada por la Fundación ICO [1], en colaboración con la Diputación, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia y el Colegio de Arquitectos de Galicia, relata el proceso de creación y desarrollo de algunos de estos pueblos, al tiempo que se complementa con las fotografías y entrevistas a colonos y especialistas, realizadas en la actualidad por sus comisarios. La provincia de Huesca cuenta con 15 de estas localidades, de Monegros, la Hoya y Litera (El Temple, Artasona del Llano, San Jorge, Valsalada, Frula, Montesusín, Sodeto, Curbe, San Lorenzo del Flumen, Valfonda de Santa Ana, Cantalobos, Vencillón, Orillena, Cartuja de Monegros y San Juan del Flumen).

La ingente tarea emprendida por el INC, organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, en los años 40, 50, 60 y primera mitad de los 70 es generalmente poco conocida. El INC, creado en 1939, tuvo por misión ampliar la superficie cultivable, creando regadíos en amplias zonas improductivas del territorio con el objetivo de mejorar la producción agrícola y fijar población, evitando el éxodo a las ciudades. Se partirá para ello de proyectos iniciados en la fugaz etapa republicana, como los relativos a obras hidráulicas o a la concepción y estudio de las cuencas hidrográficas como unidades de gestión integral. La exposición también presenta documentos procedentes del Banco de España sobre los orígenes financieros de la colonización, entre lo que destacan las emisiones de obligaciones en todo el territorio, reconocidas como deuda pública, o el informe del Banco Mundial de 1962, muy relevante en el futuro del Instituto.

Pero la actividad del INC también forma parte de un proyecto inscrito en un ideal reorganizador del territorio rural a partir de principios que emanaban de una retórica de modernidad. El planeamiento urbano y arquitectónico de los nuevos pueblos va a ser un punto fundamental del programa, teniendo en cuenta el estado del país después de la guerra y la época de transición en que se encontraba la arquitectura española, que se debatía entre la tradición academicista oficial de posguerra y una expresión moderna de raíz orgánico-racionalista que pugnaba por hacerse oír. El programa desarrollado por el INC constituyó la mayor operación urbanística en zonas rurales realizada en España. Movilizó a unas 60.000 familias y contribuyó decisivamente a la transformación del paisaje rural.

Arquitectos y artistas

El Instituto estuvo presidido, en su sección de Arquitectura, por José Tamés entre 1941 y 1975, quien instauró normas y reglas de diseño atractivas y razonables, sometidas a revisión y discusión, fundamentadas con precisión en sus elaborados informes. Se incorporó a arquitectos jóvenes (o directamente represaliados y depurados, como Carlos Arniches) junto con técnicos que provenían de la etapa republicana, con el criterio de racionalidad en la concepción de las obras. Una racionalidad vinculada al proyecto moderno, apreciable en el cumplimiento de normas relativas a exigencias higiénicas o de habitabilidad, en tamaños mínimos, ventilación o soleamiento.

Arquitectos que más tarde serían maestros de varias generaciones de la arquitectura de la modernidad (como José Luis Fernández del Amo, Alejandro de la Sota, José Antonio Corrales, Antonio Fernández Alba, Fernando de Terán, José Borobio, Carlos Sobrini o Santiago García Mesalles, entre otros), tuvieron sus primeros encargos proyectando nuevos pueblos en toda España en una clave experimental e innovadora que fomentaba la heterogeneidad. Un ámbito propicio para reflexionar acerca de la identidad de la arquitectura española, en el que pronto aparecería la búsqueda de una síntesis entre la moderna racionalidad y las arquitecturas vernáculas a través del estudio de la esencia de las formas populares.

La exposición reúne planos y dibujos originales de los proyectos arquitéctónicos, junto a algunas de las obras realizadas para las iglesias de estos pueblos por artistas como José Luis Sánchez, Antonio Hernández Carpe, Manuel Hernández Mompó, José Luis Gómez Perales, Arcadio Blasco, Delhy Tejero, Jacqueline Canivet, Flora Macedonsky o Teresa Eguíbar.

José Luis Fernández del Amo

Teniendo muy presentes modelos internacionales, el INC se elevó de la penuria intelectual de la posguerra rodeándose de arquitectos como el ya mencionado José Luis Fernández del Amo (1914-1995), artífice mayor, y verdadero factótum del programa de colonización al oficiar como mecenas de artistas y arquitectos.

Fernández del Amo promovió buena parte de los logros estéticos más notables del Instituto, un hecho apreciable en la concepción urbana, constructiva y arquitectónica de sus pueblos o en la promoción de la presencia, insólita en la época, del arte no figurativo en las iglesias. En los veinte años en los que trabaja en el INC (1947 -1968) dejó una impronta de gran calado que constituye buena parte del legado más reconocible del organismo.

Especialmente significativa fue su contribución a la colaboración con artistas plásticos como Manolo Millares, Pablo Serrano, Juana Francés, Arcadio Blasco o José Luís Sánchez (algunos de los cuales formarían el grupo El Paso). Capítulo aparte lo constituye la importante e inusual presencia de mujeres entre estos artistas: Delhy Tejero, Teresa Eguíbar, Jacqueline Canivet, Flora Macedonsky, Menchu Gal, Carmen Perujo o Isabel Villar, entre otras, produjeron numerosos trabajos para la elaboración de elementos como esculturas, objetos litúrgicos, vidrieras o cerámicas de las iglesias de estos pueblos.

 

El uso de la fotografía como elemento de propaganda está establecido desde sus mismos orígenes. La muestra presenta uno de estos ejemplos: la serie Spanish Village de Eugene Smith, publicada en Life en 1951 [2], que cargaba las tintas en la pobreza y miseria del pueblo extremeño de Deleitosa, y que fue rápidamente contestada por el régimen franquista con un reportaje de un nuevo pueblo de colonización (Bernuy) como ejemplo de desarrollo en una época de interminable posguerra y aislamiento internacional.

El tratamiento de la imagen y el conocimiento que se tiene del programa del INC está estrechamente vinculado a la presencia de un fotógrafo como Joaquín del Palacio, Kindel, que produjo las fotografías más icónicas de los pueblos, de Vegaviana al Realengo, Villalba de Calatrava, San Isidro o Esquivel. Estas imágenes quedaron en el recuerdo de muchas generaciones de arquitectos por su calidad, y motivaron y estimularon la curiosidad de los comisarios por volver a visitar estos pueblos, sus arquitecturas y sus gentes, desde una mirada actual y contemporánea.

Al amparo de documentos e imágenes ya clásicas, la muestra propone un acercamiento a los pueblos y a sus habitantes, los colonos, con fotografías actuales sobre diferentes temas (obras hidráulicas, arquitectura y urbanismo, arte, domesticidad y memoria o texturas materiales y territoriales), recogidas tras la visita a más de 45 pueblos de colonización desde 2016. Este trabajo, recogido en el libro Habitar el agua (2020), se completa con nuevas vivencias de los autores tras residir más de un mes en uno estos pueblos, Vegaviana, y proseguir su investigación con la generación de nuevo material. El camino seguido desde el inicio de esta búsqueda parte de la arquitectura, los arquitectos y los pueblos, y culmina con el inesperado descubrimiento de los colonos, de su postergado reconocimiento y de su protagonismo en la vida de sus pueblos. Su presencia se destaca en la exposición y en un gran tríptico audiovisual.

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