La exposición repasa las diferentes vertientes pictóricas de Lugrís (La Coruña, 1908 – Vigo, 1973), revisando con especial interés su riqueza temática, su personal iconografía marina, la lírica nostálgica que recrea los mundos de Verne o Salgari.
Además de las piezas originales de Lugrís, el discurso se asienta en la exhibición de algunas obras realizadas por artistas que, junto a Lugrís, contribuyeron a la sinergia vanguardista gallega de los años 30. Cabe destacar una caricatura del propio Urbano Lugrís, realizada por Álvaro Cebreiro, y un retrato de Syra Alonso, definidor de la nueva objetividad, firmado por Francisco Miguel.
Aunque los motivos marinos son los más recurrentes en el artista, el tema religioso no es una cuestión menor. Un excepcional ejemplo es el mural de la Traslatio (asunto ineludible para dar continuidad a la exposición en Santiago) que forma parte de la muestra. Aquí el artista realiza su propia interpretación de los códigos de representación jacobea bajomedieval. Son figuras con gran carga simbólica y aspecto gotizante, que depuran el concepto renovador gallego de estética del granito. Para ello se inspira directamente en manifestaciones bidimensionales de la pintura paleocristiana y medieval.