Wesselmann elige para sus obras motivos clásicos, bodegones, paisajes, desnudos, temas reconocidos universalmente en la historia del arte, pero a lo largo de su carrera los ha ido reinterpretando utilizando sus propios códigos y expresando un lenguaje personal que se caracteriza por sus trazos seguros y sus colores atrevidos, y que a menudo incorpora símbolos de la cultura y el estilo de vida estadounidense.
Desnudos
Es uno de los pocos artistas que continuó conservando su propio lenguaje tras la gran época en que triunfa el arte pop, desarrollándolo con enorme inteligencia y sensibilidad. La aparición del erotismo en su obra se produjo en 1961 en los Pequeños grandes desnudos americanos, esta forma directa de abordar la sexualidad puede estar influida por las novelas de Henry Miller, aunque el artista siempre negó referencias literarias en su obra.
El psicoanálisis le ayudó a sentirse fuerte para hacer lo que quería. El primero de sus grandes cuadros, Gran desnudo americano, muestra a una mujer desnuda en actitud más indolente que provocadora. Su atracción sexual reside en sus líneas curvas y en su color muy saturado, es decir, en los aspectos más abstractos, que hacen pensar que representa una idea objetiva del sexo más que una realidad.
El pintor se decidió por lienzos de grandes dimensiones donde los desnudos están a escala más o menos real. En muchos casos, una escala mayor que la natural hace de sus lienzos fragmentos en los que resalta un elemento, como un pecho femenino o una boca.
Serigrafías
Wesselmann no sólo trabajó la pintura. A partir de 1983 desarrolló obras en metal. En ellas, el láser ha recortado grandes planchas de aluminio, relieves ensamblados, que sintetizan su pintura con el objeto; la pared es el fondo y los planos superpuestos, aparentemente triviales, crean una tensión de enorme intensidad.
La obra gráfica es también una parte muy importante en la producción del artista. Aunque no realizó muchas ediciones hizo grabados, litografías, aguatintas, pero las más célebres son sin duda sus serigrafías, ocho de las cuales se exponen en esta muestra, junto con una pintura sobre papel.
Estas obras se hicieron entre 1988 y 1998, con una enorme variedad de colores y matices, y en algunas llega a manejar hasta 40 colores. Un trabajo complejo en su estampación en el que el artista aplicaba el color directamente sobre los acetatos.
Los temas de sus serigrafías son semejantes a los de su pintura. Algunos de sus cuadros más conocidos son reinterpretados en su obra gráfica, introduciendo variaciones y enfocándolas desde diversos puntos de vista.
