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William Kentridge, lo que no está dibujado

Creador polifacético, los dibujos, películas o producciones teatrales de Kentridge, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, se han presentado en museos como el Reina Sofía [1] e instituciones de todo el mundo. Una representativa selección de su obra se puede ahora contemplar en el CCCB en una muestra comisariada por el director de exposiciones del Eye Filmmuseum de Ámsterdam, Jaap Guldemond.

La exposición presenta por primera vez la serie completa de 11 películas de animación Drawings for Projection, una serie que inició en 1989 y que le dio a conocer internacionalmente en el mundo del arte. Kentridge terminó City Deep, el undécimo filme del proyecto, durante el confinamiento y puede verse por primera vez en Europa en Barcelona.

Los cortometrajes de la serie constituyen una crónica crítica de la historia sudafricana desde el apartheid hasta el presente. Piezas realizadas con una artesanal y laboriosa técnica de animación, Kentridge crea dibujos con carboncillo y pastel que modifica borrando, añadiendo y volviendo a trabajar los elementos. Filma cada estadio del proceso y lo modifica continuamente, a veces dejando en la hoja «restos fantasmales» de las marcas previas. Visualiza, de este modo, el paso del tiempo y la estratificación de la memoria, uno de los temas principales de su obra.

Proceso creativo

En Lo que no está dibujado también se pueden ver siete dibujos en papel que atestiguan este laborioso proceso creativo y una selección de nueve tapices de gran formato que el artista realiza en colaboración con el Stephens Tapestry Studio de Johanesburgo, taller local que da trabajo a mujeres de la zona.

Estos tapices presentan siluetas oscuras, figuras muy identificables que van apareciendo a lo largo de la obra de Kentridge. Muestran imágenes de personas que llevan cargas (refugiados, manifestantes, peregrinos…), que para el autor simbolizan las crisis, las guerras y los problemas que asolan Sudáfrica y el resto del mundo.

Lo que no está dibujado es una adaptación ampliada de las exposiciones If We Ever Get to Heaven (2015) y Ten Drawings for Projection (2019), diseñadas y presentadas en el Eye Filmmuseum (Ámsterdam) y comisariadas por Jaap Guldemond con la colaboración de Marente Bloemheuvel.

– Cinco caminos para acercarse a William Kentridge de la mano de Jordi Costa, jefe de Exposiciones del CCCB. [2]

Espacio de reflexión

William Kentridge, 'Perseus and Sibyl', 2020, fotograma. Cortesía del artista.

William Kentridge, ‘Perseus and Sibyl’, 2020, fotograma. Cortesía del artista.

Desde 1975, siendo todavía estudiante de Políticas y Estudios Africanos en la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), Kentridge realizó sus primeras intervenciones como actor, director y escenógrafo en la compañía universitaria de teatro experimental Junction Avenue, abiertamente política y crítica con el apartheid.

Tras pasar un año en la Escuela Internacional de Teatro de Jacques Lecoq de París, a su regreso a Sudáfrica, en 1982, continuó trabajando en teatro y en la industria del cine y la televisión, pero es a principios de los años noventa cuando las artes plásticas le otorgan reconocimiento internacional tras su participación en la primera Bienal de Johannesburgo (1995) y Documenta X (1997).

No obstante, las clases de mimo de Jacques Lecoq ya habían marcado para Kentridge un punto de inflexión en su formación, un hecho determinante que condicionó su carrera posterior. Como él mismo reconoció: “Estaba en una etapa de mi vida donde no sabía lo que quería hacer, y donde tenía la elección entre tres cosas: continuar estudiando arte en una escuela reconocida, como Slade School o Central School of Art en Londres; o estudiar cine, en la Nueva York Film School; o seguir con el teatro, pero yo quería en este caso una escuela que se interesase por la improvisación. Jacques Lecoq era pues una buena elección. Aquel año en París se reveló como la enseñanza más productiva que jamás haya recibido”.

Este dilema que Kentridge se plantea ya en su etapa de estudiante parece superarlo a lo largo de su carrera no tanto con la supuesta renuncia de alguna de estas disciplinas artísticas sino, al contrario, logrando una fructífera conciliación y convivencia entre ellas. Y así se ha convertido en un artista multidisciplinar de referencia que combina la práctica del dibujo, el collage, el grabado, la escultura, el cine, el teatro, la ópera y el videoarte.

Con esta exposición, el CCCB no solo quiere profundizar en la obra y la trayectoria de un creador fundamental, sino también plantear reflexiones acerca de los retos del poscolonialismo y la dialéctica entre el poder, los márgenes y la exclusión en la actualidad.

Porque las creaciones de Kentridge hacen referencia a su ciudad de origen, Johannesburgo, a la historia de Sudáfrica y el apartheid, pero, sobre todo, tocan cuestiones universales: la naturaleza de las relaciones humanas, la memoria, la dominación y la culpa o la disección del poder.