El cuadro Adán y Eva de Rubens ha vuelto a su emplazamiento habitual en la Galería Central (sala 25) del edificio Villanueva tras ser sometido a un proceso de restauración. Junto al original que le inspiró, Adán y Eva de Tiziano, el público visitante podrá apreciar el fuerte vínculo que une ambas obras.

Un diálogo entre maestros que solo puede contemplarse en el Prado porque en sus colecciones, a diferencia de otros museos, se encuentran grandes ejemplos de las relaciones que se establecen entre una obra de arte y su precedente, como la vinculación entre Las meninas de Velázquez y La familia de Carlos IV de Goya; los cuadros de Venus y Adonis de Pablo Veronés y Aníbal Carracci; o el homenaje que Velázquez tributa a Tiziano en Las hilanderas, reproduciendo, en el tapiz hecho por Aracne en competición con la diosa Minerva, la obra El rapto de Europa, cuya copia, realizada por Rubens, se expone en la misma sala.

Restauración

6._FINAL_NF2013La obra ha sido sometida a un proceso de restauración que, con el apoyo de la Fundación Iberdrola, ha consistido en la limpieza del reverso para eliminar las deformaciones causadas por la acumulación de suciedad y la consolidación de toda la superficie pictórica. Posteriormente se procedió a la eliminación de las capas de barnices antiguos, al estucado de las lagunas de color y a la reintegración de la capa pictórica. En esta última intervención, la reintegración, se han dejado sin cubrir intencionadamente ciertas irregularidades de la superficie al ser consideradas recursos técnicos del autor, como manchas, rayas, punteado de la tela, aparentes desgastes y retoques.

Estudioso infatigable del arte del pasado, Rubens tuvo ocasión de admirar las pinturas de Tiziano durante su estancia en Madrid y copió muchas de ellas. En el caso de esta obra introdujo cambios significativos respecto a la pintura de Tiziano. Mientras que en la figura de Eva así como en buena parte de la vegetación mantiene una técnica y un diseño fiel al original veneciano, Adán tiene una ejecución diferente, se muestra en una postura distinta y dotado de una musculatura mayor, inspirada directamente en la escultura Torso de Belvedere. Además, la inclusión del loro como símbolo del bien, inexistente en la obra de Tiziano, potencia la idea de la redención frente al zorro, alusivo al mal y la lujuria.