Desde su exhibición en la exposición que el Prado dedicó a Federico de Madrazo en 1994, esta obra era uno de los objetivos prioritarios de enriquecimiento de las colecciones del Museo, carentes de un retrato femenino de cuerpo entero en exterior de la década de 1850.
Este periodo es precisamente el de mayor calidad en la trayectoria de Federico de Madrazo, el mejor retratista español en ese decenio y el que obtuvo la mayor fama internacional. Ningún otro pintor de retratos alcanza en esos años en España la calidad que esta obra revela.
La pintura, en buen estado, conserva su marco isabelino original, de gran calidad, actualmente en restauración para exponerse en sala a partir del próximo 7 de mayo.