«Antes era un edificio laberíntico, oscuro, dramáticamente alterado con el paso de los años e incapaz de aceptar el gran número de visitantes que recibía. Ahora está irreconocible, hemos recuperado la esencia del edificio original», comenta Antonio Ortiz, uno de los arquitectos del proyecto.
De la Edad Media a Mondrian
El antiguo edificio realizado por el arquitecto holandés Pierre Cuypers se convierte ahora en un museo con una superficie de 30.000 metros cuadrados (12.000 de superficie expositiva), una entrada luminosa, un pabellón asiático, 80 salas, 1,5 km de recorrido, 5,4 km cuadrados de biblioteca, un restaurante, dos cafeterías para 500 personas y 14.418 metros cuadrados de jardín. Además se ha reconstruido la decoración interior original en los principales espacios expositivos del museo. El coste total del proyecto ha sido de 375 millones de euros.
La presentación de la colección permanente del Rijksmuseum también se ha renovado totalmente. Del millón y medio de piezas que alberga se han seleccionado 8.000 para ofrecer un viaje cronológico por la historia del arte de los Países Bajos desde la Edad Media hasta el siglo XX. La Galería de Honor –donde se exponen las obras maestras mundialmente conocidas de Rembrandt, Vermeer, Frans Hals o Jan Steen– y las 30 salas dedicadas al Siglo de Oro del arte holandés constituyen el corazón del museo. La Ronda de Noche de Rembrandt es el único cuadro que volverá a ocupar su lugar original. Por primera vez se exhibe también una selección de piezas de arte y diseño de la primera mitad del siglo XX.
Ciclistas y visitantes
El proyecto estuvo bloqueado durante años a causa de las protestas de la Federación Ciclista de la ciudad, que rechazaba el proyecto inicial ya que limitaba el paso de las bicicletas a través del corredor central del edificio, paso estratégico entre el centro y el ensanche de la ciudad.
Para superar esta dura oposición, los arquitectos tuvieron que diseñar una segunda propuesta, diferente a la que presentaron en su día al concurso internacional para la ampliación y remodelación del edificio. Aún así, esta segunda opción, consistente en reservar la nave central del pasaje para el paso de bicicletas, abriendo a ambos lados dos accesos al vestíbulo en el sótano del museo, no convencía del todo a los arquitectos, razón por la que diseñaron una nueva alternativa, ya definitiva, en la que el nuevo vestíbulo respeta la autonomía del paso de las bicicletas, conviviendo éstas con el público del museo, y colocando el acceso principal en la gran galería, lugar donde incialmente se proyectó
Esta última propuesta, que da con el equilibrio entre visitantes y ciclistas, reserva la nave lateral del pasaje y la mitad de la nave central para el paso de las bicicletas, y separada por una barandilla ligera y transparente, la otra mitad se reserva para la entrada del público a través de un gran vestíbulo, eje vertebrador del Museo.