La muestra, organizada por el Reina Sofía y el Centre Pompidou de París (donde fue visitada por cerca de 800.000 personas), ha sido una de las más completas realizadas hasta el momento sobre el artista ampurdanés. A su excepcionalidad contribuyeron los préstamos de obras maestras de instituciones como el MoMA (Nueva York), de donde llegó La persistencia de la memoria (1931); el Philadelphia Museum of Art, que prestó Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la guerra civil) (1936); o de la Tate Modern, de donde vino la Metamorfosis de Narciso (1937).
Entender al Dalí global
Con más de 200 obras, esta muestra pretendió reflejar al Dalí global, aquel pintor, pensador, escritor y creador de una particular visión del mundo [1] que supo interpretar como pocos el papel cambiante del artista en la nueva sociedad de consumo y entender como nadie la importancia de los medios de comunicación, la publicidad y lo popular.
“Aunque posiblemente una de sus mejores obras sea su propia biografía. Ese personaje que creó ha generado mucho ruido, mucha anéctoda y por eso queríamos volver al Dalí esencial, al artista que es una figura fundamental en el arte del siglo XX”, comentaba Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía de Madrid, en la apertura de la exposición el pasado 27 de abril.