“Los extranjeros son los que más las desean y, por temor de que recaigan en sus manos, después de mi muerte quiero regalárselas al Rey mi Señor para su calcografía”. Consciente del peligro que suponía la divulgación de las láminas de Los caprichos, el célebre pintor y grabador aragonés, tal y como recoge Antonio Saura en El perro de Goya, propuso a Carlos IV cedérselas a la Calcografía Nacional. Lo que no imaginaba el de Fuendetodos es que dos siglos después, tras una donación del coleccionista holandés Harry Rutten, algunas de sus obras acabarían expuestas al público en Flandes, cuna de maestros como Brueghel, Rubens, Van Dyck o el Bosco.
La elección de Amberes para albergar un museo de estas características no es baladí, ya que la ciudad es un centro de cultura contemporánea que, a través de los siglos y gracias a su importante tradición en el arte gráfico, se ha erigido como estandarte de esta especialización. De hecho contó con impresores de fama mundial como Christoffel Plantin y Jan Moretus, cuyo museo [1], que incluye la imprenta y la casa de la familia Plantin-Moretus, se encuentra a solo unos metros del Reede.
Aunque vivieron en contextos sociales y artísticos diferentes, los trabajos de Goya, Rops y Munch poseen un denominador común: los tres se presentaron como observadores críticos de su época y expresaron su visión de la condición humana. En el caso del español, en la colección del museo destaca la serie completa de Los caprichos, realizados con una técnica mixta de aguatinta y aguafuerte entre 1796 y 1799.
En palabras del propio Goya, escogió asuntos que “se prestaban a presentar las cosas en ridículo, a fustigar prejuicios, imposturas e hipocresías consagradas por el tiempo”. La naturaleza de estas láminas, críticas con la humanidad y con instituciones como el clero, forzó al artista a sacar la serie del mercado por miedo a que fuera perseguida por la Inquisición.
Asimismo, entre los fondos del Museo de Reede figura la serie completa de Los disparates, en los que también Goya se muestra cronista y satírico reflejando las costumbres de su época; obras seleccionadas de Los desastres de la guerra, que critican la violencia durante la guerra de la Independencia, y La tauromaquia, donde se reflejan las corridas de toros en un clima de realismo, tensión y zozobra con una técnica que se anticipa, y mucho, a lo que después vendrá.
En sus grabados, al contrario de lo que ocurre en las pinturas que realizaba por encargo, Goya imprimió su personalidad y desplegó toda su soltura para tratar temas polémicos con una gran capacidad imaginativa, crítica moral, innata brutalidad y compleja psicología. Su obra gráfica, a la que se dedicó como actividad paralela y complementaria -casi a modo de diario- a su trabajo como pintor de corte, no es más que el reflejo de las contradicciones que gobernaron su vida: el artista, que contaba con el favor oficial, acabaría expatriado en Francia, muriendo en Burdeos, mientras disfrutaba de una pensión otorgada por Fernando VII.
Con la muestra de los “vicios y desaciertos humanos” de Goya, el Museo de Reede pone fin a un viaje que comienza en el Museo del Grabado [2], junto a su casa natal en Fuendetodos, y acaba en Amberes, más allá de las fronteras francesas, en manos de los extranjeros a los que el pintor se refería en su petición a Carlos IV. Ahora, en pleno siglo XXI, podemos disfrutar del ingenio del artista español después de visitar la imponente catedral de Amberes y la Rubenshuis [3], casa-estudio de Pedro Pablo Rubens, al que seguramente no convencerían las técnicas del pintor aragonés, tan alejadas del abigarrado barroco y exuberante estilo que caracterizan a este referente de la escuela flamenca.
Si desea conocer esta ciudad y el Museo de Reede, beber una cerveza en la Grand-Place de Bruselas o dar un paseo por los bellos canales de Brujas, una buena ocasión será del 1 de febrero al 30 de abril de 2020, cuando, además, el Museo de Bellas Artes de Gante rinda homenaje a Jan Van Eyck con la exposición Van Eyck. Una revolución óptica [4]. ¡Una excelente excusa para una escapada a Bélgica!