Aunque Ballester se formó en el campo de la pintura, centrando sus estudios en los maestros italianos y flamencos del siglo XV y XVI, a partir de 1990 pasó a interesarse por su interacción con la fotografía y fruto de ello nació en 2007 Espacios ocultos, un proyecto que continúa hasta esta misma muestra. En él procede a manipular digitalmente las imágenes de grandes iconos pictóricos para borrar la presencia humana de sus escenas, conservando tan solo los fondos y el atrezo que les acompañaba con el objetivo de reproducir el ambiente de obras como La Anunciación de Fra Angélico o La balsa de la Medusa de Géricault, y traer a primer plano lo que en realidad fue concebido como telón de fondo.
Ofrece de este modo una nueva lectura de grandes obras contempladas por millones de personas en un acto que el artista considera indispensable para la conclusión del cometido para el cual fueron creadas y que brinda una interpretación diferente en cada ocasión. Ballester solo presenta la suya. Una práctica bien conocida en el Lázaro Galdiano gracias a Reinterpretada, un programa que se destina a la revisión de las piezas de su colección por artistas contemporáneos y cuya muestra de esta temporada acaba de clausurarse [1].
El Bosco, el Greco y Goya son tres de los artistas icónicos de este museo y por ello han servido frecuentemente como fuentes de inspiración, no obstante, Ballester los selecciona dentro de un hilo conductor concreto en base a los paisajes de sus cuadros, en los que descubre una evolución estilística, tanto dentro de la propia trayectoria de estos maestros como respecto los unos de los otros.
De la estética flamenca y renacentista del Bosco al prerromanticismo de Goya, pasando por el manierismo expresionista del Greco, los horizontes pasan a convertirse en paradigmas de la carga conceptual y formal de su producción.
El reto consiste en esta ocasión en poder, por primera vez en la carrera de Ballester, contrastar in situ sus piezas con los originales en los que se basa, de manera que se exponen en las salas del Museo dedicadas a Goya y el Greco, así como en la reservada al arte invitado, en la que encajan gracias a la sutileza de su presentación, como por ejemplo, a la hora de enmarcarlas, reproduciendo los volúmenes de los de las pinturas originales pero no exactamente su estilo para mantener así las distancias y, al tiempo, hacerlas destacar.
Entre las obras de Ballester puede destacarse el Jardín deshabitado, inspirado en el famoso tríptico del Bosco custodiado en el Prado y que se incluye en la muestra con el objetivo de realizar otro pequeño homenaje a este pintor en el quinto centenario de su muerte. Basándose en la misma pintura del artista flamenco se proyecta por primera vez el vídeo Councealed Garden, en el que se analiza la composición, las figuras geométricas y líneas maestras que definen El Jardín de las Delicias.
Remarcable es, igualmente, el Lugar para la crucifixión a partir de Cristo agonizante con Toledo al fondo del Greco, cuya presencia se debe a la colaboración de la Fundación Banco Santander, que lo ha prestado con motivo de esta exposición.
Sus reinterpretaciones de Las Brujas, El Aquelarre y El Verano de Goya cierran la línea cronológica de este proyecto, resultando ser una síntesis perfecta de la evidente evolución del estilo del pintor, desde su costumbrismo del mundo exterior a la inquietante representación de su cosmos interno.
En definitiva, una exposición que abre numerosas puertas tanto a la reflexión como a la profundización en temas como la incidencia de las nuevas tecnologías en la “época de la reproductibilidad técnica”, el diálogo entre artista, obra y espectador o la versatilidad de los soportes y la investigación en los medios de conocimiento de la propia historia del arte.
La exposición, que cerrará sus puertas el 11 de septiembre, ha sido comisariada por Elisa Hernando, directora de Arte Global, que también participa en su organización, y ha sido patrocinada por la Fundación Banco Santander e Idealista.