Este óleo sobre lienzo, de especial interés artístico, antropológico e histórico, fue un encargo de los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria, mecenas destacados de la Europa de principios del siglo XVII, cuyo servicio y apoyo a las artes contribuyeron al florecimiento cultural del momento. El importe de la compra ha sido 504.450 euros.
La pintura, datada en 1616 y con unas medidas de 118 x 237 centímetros, forma parte de una serie de ocho cuadros que representan las celebraciones organizadas en 1615 en Bruselas con motivo de la procesión de Nuestra Señora de Sablón, fundada por el Grand Serment (Gremio de los Ballesteros), una de las corporaciones más prestigiosas de Bruselas.
El grupo completo fue enviado a España por los archiduques al rey Felipe III, hermano de la infanta, y en el inventario del Alcázar de Madrid de 1636 se describen cada una de las escenas, incluyendo la que narra esta obra: «El cuarto, de doce pies de largo y el mismo alto [que el cuadro anterior], en que están los cuatro gigantones y cuatro gigantillos que sacaron en esta fiesta, y hay una figura de un caballo muy grande encubertado de negro y encima cuatro hombres armados con sus espadas desnudas y en la dicha cubierta tres escudos de armas».
De las ocho obras, se conservan seis. Dos pertenecen al Victoria and Albert Museum de Londres y, con esta incorporación, son ya cuatro las que atesora el Prado. Las otras tres son Fiestas del Ommegang en Bruselas: procesión de gremios; Fiestas del Ommegang en Bruselas: procesión de Nuestra Señora de Sablón y Fiesta de Nuestra Señora del Bosque, todas ellas de Denis van Alsloot [1].
Las fiestas, a la vez populares y religiosas, que se organizaban en torno a la procesión de Nuestra Señora de Sablón habían ido perdiendo importancia desde sus años de apogeo en el siglo XVI. Sin embargo, el 15 de mayo de 1615, la archiduquesa Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y gobernadora de los Países Bajos meridionales como princesa soberana junto a su esposo el archiduque Alberto, participó en el campeonato anual de tiro enmarcado en estas festividades. La infanta logró abatir el pájaro («el papagayo») colocado sobre la aguja de la torre de Nuestra Señora de Sablón, fue proclamada reina de la cofradía y las fiestas se sucedieron durante varios días, recuperando así el esplendor perdido.
Cuestión de soberanía
Estas festividades supusieron una oportunidad para que los archiduques reafirmaran su soberanía en los Países Bajos y los vínculos que les unían al pueblo y, al mismo tiempo, reforzaban la presencia de la Monarquía Hispánica en este territorio. Para que quedara constancia de lo sucedido encargaron los ocho cuadros a varios de sus pintores de corte, entre ellos Denijs van Alsloot y David Noveliers. Una vez terminadas, los archiduques enviaron las pinturas a Felipe III y pasaron a formar parte de la Colección Real, ubicándose en el Alcázar de Madrid. Finalmente, la serie se dispersó a finales del siglo XVII.
La incorporación de esta obra a los fondos del Prado se enmarca en la línea de trabajo del Ministerio encaminada a enriquecer y completar el patrimonio cultural español. En los últimos meses ha adquirido bienes como la escultura Éxtasis de la Magdalena de Luisa Roldán [2] para el Museo Nacional de Escultura, en Valladolid; los óleos Jardín (casa del artista) y Retrato del Dr. Francisco Rodríguez Sandoval de Joaquín Sorolla [3] para el Museo Sorolla; o la treintena de obras compradas en ARCO para el Museo Reina Sofía.
El pasado año, Cultura duplicó la inversión en compra de bienes culturales para las colecciones públicas, hasta alcanzar los 14 millones de euros y las doscientas adquisiciones.