La financiación de la adquisición en 18 millones de euros (un precio extraordinariamente bajo), a lo largo de los próximos cuatro años, será respaldada con un crédito extraordinario de 10 millones de euros por parte del Estado, una contribución excepcional de la Fundación Amigos del Museo del Prado por importe de cuatro millones de euros y otros cuatro millones correspondientes a fondos propios del museo.
En la misma reunión se ha aceptado la propuesta de donación de Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, XIX duque de Alba de Tormes, de otra importante tabla florentina, una predela con el tema de la muerte de San Antonio Abad, cuyo reciente estudio ha permitido su atribución también a Fra Angélico.
Las dos obras, adquiridas en Florencia en 1817, representan de forma ejemplar el refinado y temprano interés coleccionista de Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, XIV duque de Alba, a quien se debe la presencia de las mismas en España, formando parte desde entonces del patrimonio de la Casa de Alba.
Con estas dos nuevas obras de Fra Angelico, el Prado se convierte en una referencia internacional para el estudio de la obra del maestro florentino, representado hasta ahora por la Anunciación, y su incorporación enriquece de forma sobresaliente el pequeño pero extraordinario conjunto de la pintura del primer renacimiento italiano en sus colecciones.
Para el actual duque de Alba, “la Fundación Casa de Alba se siente muy orgullosa de entregar al Museo del Prado estas auténticas joyas del arte europeo, reunidas y conservadas durante dos siglos por nuestra familia, para que a partir de ahora puedan ser disfrutadas por todos los españoles y los amantes del arte de todas partes del mundo que se acercan con admiración a nuestro principal museo nacional”.
En reconocimiento a su «loable gesto al ofrecer en exclusiva esta extraordinaria obra maestra al Museo del Prado y a la generosidad de la donación con la que ha decidido completar la adquisición de la misma», el Real Patronato ha propuesto su nombramiento como patrono de honor.
El actual duque es el encargado de la administración de la Casa de Alba y presidente de su Fundación. Además es vicepresidente de honor de la Fundación Hispania Nostra, de la que fue presidente de 1976 a 1980, dedicada a la defensa, salvaguarda y puesta en valor del patrimonio cultural y natural español.
La Madonna de la granada es una obra extraordinaria pintada en uno de los momentos decisivos de la historia del arte europeo: la Florencia de principios del siglo XV, por uno de sus actores principales: Guido di Pietro (Mugello, 1390-Roma, 1455), más conocido como Beato Angelico o Fra Angelico.
Se trata, además, de una de las poquísimas obras maestras del período en manos privadas, pues desde que la pintura del Quattrocento italiano empezó a suscitar el interés de críticos y aficionados a principios del siglo XIX, se convirtió en codiciado objeto de deseo de museos y coleccionistas.
A día de hoy, las realizaciones más sobresalientes de Masaccio, Massolino y Fra Angelico pertenecen a los grandes museos europeos y americanos. Estas circunstancias, añadidas a su buen estado de conservación, otorgan a la Madonna de la Granada una importancia excepcional.
Fra Angelico en la década de 1420 y la Madonna de la granada
Guido di Pietro da Mugello debió formarse con Lorenzo Monaco (activo entre 1390 y 1423), el principal pintor iluminador en Florencia, y la primera actividad artística de Angelico fue de hecho como iluminador. En 1418 era ya maestro independiente y, entre esa fecha y 1422, ingresó en el convento dominico de San Domenico en Fiesole. La mayoría de su producción desde entonces estará ligada a los dominicos, empezando por el convento en Fiesole, para el que pintó, entre otras, la Anunciación del Museo del Prado (1425-1426). Esta obra delata el impacto en Angelico de las innovaciones volumétricas y de perspectiva de Massaccio. También lo hace la Madonna de la granada, que la historiografía data a continuación de la Anunciación del Prado, y en la que resuenan nítidos los ecos del altar de Sant’Anna Metterza de Masaccio para San Ambrosio (1423-24).
La Madonna de la granada forma parte de una serie de Vírgenes con Niño que Fra Angelico pintó en la década de 1420 y que delatan su progresivo dominio de la anatomía, la luz y el espacio, y entre las que figura también la Virgen de la humildad del Museo Thyssen.
La Madonna de la granada toma su nombre del fruto que sostiene la Virgen y atrae la atención de su hijo, que la toca. En este contexto, la granada tiene un doble significado: en manos de la Virgen alude a su castidad; al tocarla el Niño Jesús, prefigura su muerte y resurrección. Esta iconografía disfrutó de gran predicamento en la Florencia del siglo XV, atrayendo a pintores como Sandro Botticelli o Leonardo da Vinci.
Se ignora para quien fue pintada la Madonna de la granada, pero sí se puede asegurar que se trató de un encargo excepcional dada la extraordinaria calidad de los materiales utilizados en su realización. Destaca sobremanera la abundancia de oro, no sólo en áreas visibles, como el paño de honor, también como base para el suelo con hierba donde se asientan las figuras.
Llegada a España
Resulta hasta cierto punto paradójico que España, que tan poco interés mostró por la pintura florentina del primer Renacimiento, posea dos de los primeros Fra Angelico que abandonaron Italia: el Museo del Prado la Anunciación que, en fecha tan temprana como 1611, Mario Farnese regaló al duque de Lerma, y la colección Alba la Madonna de la granada, adquirida en Florencia en 1817 por Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, XIV duque de Alba de Tormes (1774-1835).
La diferencia estriba en que, mientras es dudoso que la Anunciación llegara a España porque se apreciara a su autor, y más bien lo hizo por su asociación a la Annunziata, una de las devociones en boga entonces, tanto en Florencia como en Madrid, la Madonna de la granada proporciona un ejemplo extraordinariamente precoz de interés por Fra Angelico en Europa, en el que fue determinante el avanzado gusto artístico del aristócrata español y su relación con artistas como Ingres.
Fortuna crítica
La Madonna de la granada abandonó Italia demasiado pronto para que los historiadores que empezaban a mostrar interés por Fra Angelico reparasen en ella. Tampoco ha ayudado a su conocimiento su pertenencia a una colección particular no siempre accesible, y su localización en España, país carente de pintura del primer renacimiento toscano. Aún así, y sobre todo tras su inclusión en la exposición celebrada en Florencia en 1955 con motivo de quinto centenario de la muerte del pintor, ha sido unánimemente aceptada como obra autógrafa de Fra Angelico por especialistas de la talla de Berenson, Salmi, Berti y Pope Henessy, quienes han tendido a datarla en la década de 1430 o, más plausiblemente, en la anterior.
En fechas más recientes, el interés por la Madonna de la granada creció notablemente con motivo de la exposición que dedicó en 2005 a Fra Angelico el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, comisariada por Laurence Kanter y Pía Palladino. Pese a los infructuosos esfuerzos de los comisarios por contar con la Madonna de la granada, en el catálogo destacaron su calidad e importancia para la comprensión de la crucial década de 1420.
Con motivo de la exposición El legado de los Alba. Mecenazgo al servicio del arte, celebrada en Madrid en 2012, Laurence Kanter, máximo especialista actual en el pintor, escribió de la Madonna de la granada que figura: “[…] entre las más bellas pinturas de toda la carrera de Fra Angelico”.
Las altísimas calidades estéticas de la Madonna de la Granada no serían tan evidentes si no fuera por su extraordinaria condición. Siguiendo con el citado Kanter: “[…] la limpieza de la obra ha revelado que la superficie de la pintura está en un excelente estado de conservación”.
Importancia de su adquisición
La colección pictórica del Museo del Prado, aunque excepcional, presenta dos llamativas lagunas, como consecuencia de circunstancias históricas (pintura holandesa del siglo XVII) y avatares del coleccionismo (pintura italiana anterior a 1500). Esta segunda laguna se explica porque, cuando esta pintura empezó a interesar en el siglo XIX, ni el recién creado Museo del Prado ni los coleccionistas españoles pudieron competir con sus homólogos americanos y europeos por su adquisición.
La reducida, aunque no exenta de obras maestras, colección de pintura italiana anterior a 1500 ingresó en el Museo del Prado, en su mayor parte, avanzado el siglo XX, gracias al legado de Francesc Cambó. La adquisición de la Madonna de la granada supondría un verdadero acontecimiento para cualquier pinacoteca mundial; para el Museo del Prado, constituye, además, un refuerzo extraordinario a su colección de pintura italiana del primer renacimiento y la incorporación de una obra destinada a convertirse en uno de sus iconos.
Y una donación…
Se trata una de las escenas de la predela de un retablo dedicado a la vida de San Antonio Abad, monje fundador del movimiento eremítico. Esta tabla se ha tenido siempre como obra de la escuela o círculo de Fra Angelico, pero tras su reciente estudio y restauración en el Prado, puede afirmarse que fue pintada por el propio Angelico. Así lo sugieren sus notorias concomitancias técnicas, formales y compositivas con piezas de características similares atribuidas a este pintor florentino, y muy particularmente, con el Funeral de San Francisco de Asís conservado en la Gemäldegalerie de Berlín. Respecto a su cronología, parece adecuado sugerir una fecha de realización próxima a la de la Virgen de la granada, en los años finales de la década de 1420.
No está documentado ningún retablo de Fra Angelico dedicado a San Antonio Abad, aunque sí se conservan representaciones suyas del santo que, por sus características, pudieran haber pertenecido a uno. En este sentido merece señalarse San Antonio Abad rechazando el oro (Houston, Museum of Fine Arts), cuyas medidas (28.1 x 19.7 cm), se asemejan extraordinariamente a las del Funeral de San Antonio Abad y sugieren la pertenencia a un mismo conjunto.
El formato original de la obra ha sido manipulado (la predela debía ser una sola pieza con diferentes escenas) y presenta un desigual estado de conservación, estando mejor preservada la parte derecha que la izquierda, donde debió recibir, probablemente durante la Guerra Civil, un golpe que afectó a los rostros de los monjes a los pies del santo. Su reciente restauración por parte de Rafael Alonso ha devuelto a la obra sus calidades originales.
Como la Virgen de la granada, Funeral de San Antonio Abad fue adquirido en Florencia en 1817 por el XIV duque de Alba de Tormes, y desde entonces ha estado en posesión de la familia.
Los Alba y el Prado
El duque Carlos Miguel (Madrid, 1794 – Sion, 1835) es hoy unánimemente reconocido como el principal coleccionista y mecenas de la Casa de Alba, habiendo sido él quien reunió muchas de las obras más valiosas de la colección Casa de Alba. Mecenas de los escultores José Álvarez Cubero y Antonio Solá, durante su estancia en Italia encargó también cuadros al joven Ingres e incluso adquirió piezas con el específico fin de servir para la apertura de una galería en Madrid que contribuyese a la formación de artistas. El proyecto se frustró por las dificultades económicas, que le obligaron a vender algunas obras, si bien el grueso de su colección se ha conservado hasta nuestros días en el seno de la familia.
Además del vinculo histórico de los distintos títulos de la Casa de Alba con la formación de las colecciones reales españolas, la relación contemporánea con el Prado ha sido constante y fecunda a lo largo de su historia, debido fundamentalmente a la riqueza de sus colecciones, muchas de cuyas obras maestras han sido objeto de préstamo al museo para la celebración de exposiciones temporales, incluso en algún caso completado su colección permanente con depósitos a largo plazo.
Cabe destacar el destino común que vivieron las principales obras de la colección Alba, incluida la Virgen de la granada, formando parte del conjunto de obras maestras del patrimonio español y del Museo del Prado que fueron trasladadas a Ginebra durante la Guerra Civil. A su vuelta a España, y durante el proceso de reconstrucción del Palacio de Liria, la Virgen de la granada permaneció expuesta en el Prado.
Además y como dato de especial significado hoy, es de señalar que el primer presidente del Real Patronato del Museo fue Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (Madrid, 1878-Lausana, 1953), XVII duque de Alba. Nombrado vocal del Real Patronato del Museo en 1912, conservó el cargo de presidente hasta su disolución en 1936.
En 1939, al constituirse de nuevo el Patronato tras la Guerra Civil, fue nombrado otra vez vocal. Suyo fue el proyecto de crear una Sociedad de Amigos del Museo del Prado y la iniciativa para llevarlo a cabo, aunque los trámites se alargaron excesivamente e impidieron que se creara la asociación en el periodo de su presidencia. A su muerte legó al Museo del Prado una cantidad económica que permitió a éste la adquisición de una obra de Paret y Alcázar.