Se trata de una obra adquirida este mismo año que enriquece en el Prado la colección del artista catalán en su faceta de intérprete de la pintura de los grandes maestros y en su vinculación con un pintor que influyó sobre el realismo europeo.
Para contextualizar la obra, ésta se exhibe en la sala 9 junto al original de Ribera, que sirvió de modelo a Fortuny y que el artista copió directamente en las salas del propio Museo, y junto a Viejo desnudo al sol, fruto de su aprendizaje y obra principal de la serie de estudios al natural realizados entre 1870 y 1872 en Granada.
San Andrés y la copia a la acuarela de Menipo de Velázquez, propiedad también del Prado, convierten a Fortuny en el artista de su generación que interpretó con mayor originalidad a los grandes maestros extrayendo de ellos lecciones muy relevantes para su propio arte.