Se trata del tercer préstamo de una serie de intercambios, iniciada en 2009, entre ambas instituciones. Es la primera vez que este cuadro llega a la Costa Oeste y para celebrarlo, el Museo presenta una pequeña muestra –Unflinching Vision: Goya’s rare prints [1]– que incluye una selección de litografías y grabados del pintor español, en los que hace gala de su mirada crítica e implacable.
Don Pedro, duque de Osuna ocupa ahora una de las principales salas del museo, uniéndose a tres óleos y a un grabado de Goya que forman parte de la exposición permanente.
Pintado alrededor de 1790, este impresionante lienzo de grandes dimensiones (137.8 x 109.2 x 10.2 cm) es un retrato de un fiel cliente de Goya, el noveno duque de Osuna. Don Pedro era uno de los más ricos nobles ilustrados de España durante los reinados de Carlos III y Carlos IV y, junto a su esposa, la condesa de Benavente, fue uno de los principales mecenas del pintor, comisionando más de veinte de sus trabajos.
[3]Este gran retrato pintado al óleo se diferencia mucho de los que Goya había realizado de la familia Osuna anteriormente, La duquesa de Osuna (1785) y Los duques de Osuna y sus hijos (1788), pintados en un estilo formal y académico. Al contrario, éste presenta asombrosos rasgos de informalidad y desenfado, a juzgar por la expresión relajada y cómplice que transmite el duque. Los claros, a través de una potente luz proyectada sobre Don Pedro, y los azules oscuros del fondo, en los que se enmarca su figura, consiguen un atractivo y equilibrado contraste.
Abandonando el realismo y la rigurosidad con la que Goya retrató al duque, como también hizo con Carlos III, Carlos IV, la Duquesa de Alba, Cea Bermúdez y un largo etcétera, el primer pintor de la modernidad se sumerge en un estilo más figurativo y abstracto para plasmar la realidad de su época y convertirse en un reportero de la historia. Atestiguó los desastres de la guerra, las pasiones de sus hombres, la miseria y el lado oscuro de la acción humana, como muestra la exposición temporal Unflinching Vision: Goya’s rare prints.
Para dejar constancia de esta aterradora realidad y dar una visión crítica sobre la sociedad, la religión y la política, Goya dejó volar su imaginación y llegó a los lugares más oscuros de su mente, evocando los monstruos y fantasmas que todos llevamos dentro.
[4]En las litografías y grabados incluidas en la serie Los caprichos (1799) vemos una sátira a la nobleza y al clero de finales del siglo XVIII. Goya comenzó así a exagerar las fisonomías de las bestias que representan los vicios humanos, criticando las acciones de sus congéneres, como se puede observar en El sueño de la razón produce monstruos (capricho número 43) o en Y ya van desplumados (capricho número 20).
En los Desastres de la guerra (1810-1815), el pintor refleja con impactante crudeza el terror que se vivió en España durante la Guerra de la Independencia. Mediante sombras dramáticas, Goya narra los maltratos y las torturas a las que se sometió a mujeres, niños y hombres, como vemos en Grande hazaña con muertos (desastre número 39).
A través de los dibujos pertenecientes a La tauromaquia (1816) y a Los toros de Burdeos (1824-1825), llenas también de seres brutalizados, Goya analiza el espectáculo más popular de la época.
Los disparates (1815-1823), también conocidos como Los Proverbios, atacan a las instituciones del Antiguo Régimen, a la lujuria y a la violencia, a través de las visiones oníricas del pintor español, como muestra el disparate número 13, Modo de volar.