En una visión panorámica de cada proyecto, La cara oculta de la Luna repasa nombres como Estrujenbank, primer espacio gestionado por artistas; El Ojo Atómico, primer espacio dedicado a instalaciones de sitio específico en España; o asociaciones históricas como Cruce, con cerca de un cuarto de siglo de recorrido. Revisa iniciativas que “ocuparon para el arte espacios que no son de arte”, como garajes, sótanos, pasajes subterráneos o espacios en desuso.
Proyectos que vinculaban artes plásticas y escénicas, proyectos de performance y arte de acción, de videoarte o edición, todos impulsados por la innovación artística y comprometidos solo con la experimentación.
El recorrido finaliza en 2003 con la organización del festival MAD.03, creado por AVAM (Artistas Visuales Asociados de Madrid), un momento efímero de institucionalización de este otro mundo del arte de Madrid, cuando una nueva generación de artistas iniciaba su propia andadura.
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