Epistolario del Archivo Madrazo en el Museo del Prado. I. Cartas de Mariano Fortuny, Cecilia, Ricardo, Raimundo e Isabel de Madrazo. Editado por Ana Gutiérrez y Pedro J. Martínez, miembros del Área de Pintura del siglo XIX del Prado, incluye 383 cartas escritas por Fortuny, por su esposa Cecilia de Madrazo y por sus cuñados Ricardo, Raimundo e Isabel, y enviadas en su mayoría a Federico de Madrazo, suegro y padre respectivamente de los remitentes.
Datadas entre 1863 y 1919, por su contenido constituyen un apoyo fundamental para profundizar en el conocimiento de Fortuny. Gracias a la información vertida en muchas de estas cartas se han podido aclarar algunas cuestiones sobre su vida, sus obras y su personalidad artística y conocer sus propias opiniones acerca del panorama cultural e histórico de su tiempo. Además, las misivas resultan fundamentales para estudiar las relaciones personales y sociales de los Madrazo, y a su vez aportan abundante información sobre las biografías y trayectorias profesionales de un buen número de artistas nacionales y extranjeros y sobre acontecimientos de diversa índole tanto de España como de París, Roma y Venecia.
Constituyen una parte importante de las más de 2.600 cartas del archivo particular de la familia Madrazo, cuya adquisición en 2012 supuso la incorporación al Museo de uno de los conjuntos epistolares más nutrido que aún se conservaba en España en manos privadas. En los próximos años, el Prado quiere continuar con la transcripción y edición del resto del archivo, del cual tan solo habían visto la luz hasta ahora los epistolarios de Federico de Madrazo (1994) y de José de Madrazo (1998).
Cecilia de Madrazo. Luz y memoria de Mariano Fortuny. El Prado publica ahora la biografía –escrita por Ana Gutiérrez, conservadora del Prado– de Cecilia de Madrazo, esposa del pintor y mujer de atractiva personalidad que se completa con una interesante, y en muchos casos inédita, documentación fotográfica que perfila una visión total de su figura. Esta publicación cuenta también con una en inglés.
Las palabras de sus ‘Últimas voluntades’ referidas a su proceder –»porque he querido llevar bien el nombre de mi marido»– justifican una vida dedicada por entero a enaltecer la figura del artista reusense para quien ella fue su luz y su memoria. Desde su nacimiento en Madrid, en 1846, su vida estuvo abocada a contemplar en primera fila los acontecimientos artísticos que se sucedieron en España y Europa, ya que la presencia indiscutible de la saga de los Madrazo en todas aquellas instituciones oficiales y oficiosas que rigieron la política cultural española de todo el siglo XIX le proporcionó una información privilegiada que ella asimiló desde niña.
La asidua correspondencia con su padre, con sus hermanos o con los marchantes de su esposo dan testimonio locuaz de una extensa época ya que su longevidad le permitió alcanzar los años 30 del siglo XX. Este epistolario que abarca un largo periodo, desde 1868 hasta 1917, ha sido la columna vertebral para la elaboración de esta biografía a la que se han sumado otras numerosas fuentes que informan sobre el mundo apasionante que Cecilia de Madrazo vivió en los distintos escenarios donde fijó sucesivamente su residencia.
Ella fue testigo de uno de los periodos de desarrollo artístico más álgido protagonizado por la colonia de artistas españoles tanto en Roma como en el París del último cuarto del siglo XIX. En dichas ciudades, su casa fue siempre lugar de encuentro de la intelectualidad más cosmopolita así como de pintores y marchantes donde se forjaron muchos de los negocios que les abrieron la puerta del éxito internacional. Finalmente fue Venecia la ciudad donde Cecilia se estableció definitivamente y desde allí apoyó el desarrollo artístico de su hijo, Mariano Fortuny y Madrazo, reconocido artista polifacético que sobresalió en el campo de la pintura, de la escenografía y en la creación de textiles.
Por otro lado, la Fundación María Cristina Masaveu Peterson colabora con el Museo del Prado en la formación de especialistas e investigadores con la financiación de una beca en el Área de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte hasta 1700 que tendrá una duración de 12 meses.