El catálogo sigue un itinerario cronológico, precedido por un estudio introductorio, y completado por los índices documentales (auténticas, inventarios y epístolas o cartas), de reliquias y bibliográfico. Ofrece, por tanto, una visión global de las obras que incluye, permitiendo un rico recorrido por esta joya a lo largo de sus 232 fichas razonadas.
El Relicario sobresale muy especialmente entre las 15 salas del Monasterio abiertas al público. Se trata de una lipsanoteca única en su género, ubicada a espaldas del altar mayor, que conserva las trazas originales de los tiempos de fundación: el mueble expositor de caoba, el fresco de Vicente Carducho; y el altar con la tabla de Bernardino Luini.
Custodia un conjunto de 740 relicarios de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, de variadas tipologías y materiales. El relicario de la Encarnación es el único visitable por el público entre los conservados en Patrimonio Nacional (El Escorial, Las Descalzas, Palacio Real de Madrid y Santa Isabel); es un magnífico y completo ejemplo de coleccionismo religioso contrarreformista; y es una de las primeras manifestaciones museísticas españolas en cuanto a exposición sistemática y estructurada de las piezas en un armario-vitrina.
La mayor parte de los relicarios y reliquias que integran este sanctasanctórum proceden del oratorio privado que Margarita de Austria –impulsora de la fundación del cenobio– tenía en sus aposentos del antiguo Alcázar. Además, hay otras reliquias enviadas por Magdalena de Austria, duquesa de Toscana y hermana de la fundadora; concretamente unos pequeños retablos enmarcados con piedras duras procedentes de los talleres florentinos. También acoge un interesantísimo conjunto de más de cuarenta pinturas devocionales de carácter miniaturesco, que se integran a la perfección con el resto de los relicarios.
En esta publicación también han participado las conservadoras Carmen García-Frías, Pilar Benito, María Jesús Herrero, Fernando A. Martín y José Gabriel Moya. La edición y el diseño del catálogo ha sido realizado por Fernando Villaverde Ediciones. Todo ello ha permitido aunar las aportaciones de los distintos especialistas y ofrecer una visión completa y global de unas piezas que, por su propia tipología y singularidad, están compuestas por diversos materiales, realizados con muy variadas técnicas y plasmados en una amplia variedad de formatos.
Cuatro siglos de historia
El Real Monasterio de la Encarnación de Madrid fue fundado por los reyes Felipe III y Margarita de Austria junto al antiguo alcázar madrileño. La primera piedra se puso el 3 de junio de 1611, y la culminación del complejo monacal tuvo lugar el 2 de julio de 1616 (celebra, pues, su 400 aniversario).
Desde los comienzos estuvo habitado por monjas agustino-recoletas, siendo la primera fundadora y priora Mariana de San José, una de las monjas más conocidas en su época tanto por su veta reformadora, como por sus escritos –todos ellos conservados en el archivo monacal– y su influencia en la corte.
Los monarcas fundadores dotaron económica y materialmente el edificio y la comunidad, para que se cumplieran las mandas fundacionales establecidas en las Actas formalizadas en 1618. Desde el siglo XVII, todos los patronos han mantenido una estrecha relación con el Monasterio a través de su presencia en las ceremonias litúrgicas (destacan las honras fúnebres que se hacen por los reyes y la familia real), y a través de la fuerte labor de mecenazgo artístico (por ejemplo, la Iglesia y el Relicario).
A pesar de los avatares sufridos a lo largo de cuatro siglos –como la Guerra de la Independencia, la Desamortización, la Revolución de 1868 y la Guerra Civil de 1936– que han supuesto exclaustraciones, derribos y pérdidas de obras, el Monasterio conserva 7.140 obras de arte, una biblioteca de 1.600 impresos y un archivo documental en el que destacan los fondos relativos a la fundación, las capellanías o las obras del edificio, entre lo más importante.
El edificio está abierto a la visita pública desde 1960, y en él intervinieron los arquitectos Juan Gómez de Mora, fray Alberto de la Madre de Dios, Ventura Rodríguez, y Narciso Pascual y Colomer. En el interior destaca el Salón de Reyes con los retratos de los fundadores y sus sucesores, el Claustro Bajo con la serie de lienzos de la escuela madrileña del XVII, el Coro presidido por La Cena de Carducho, la Iglesia remodelada por Ventura Rodríguez a partir de 1761, y el Relicario.
Dentro de los conjuntos citados hay obras de escultores como Gregorio Fernández, Pedro de Mena, Miguel Perronius o Felipe de Castro; de pintores como Ribera, Carreño, Pereda, Carducho, Van der Hamen, o los hermanos González Velázquez; y de orfebres y diamantistas como Urquiza, Medrano, Vargas Machuca, o Fernández del Moral.