Ubicado en el antiguo Hospital Real de Santa María Magdalena, único edificio civil del siglo XVI que se conserva en Almería capital, rehabilitado por la propia Diputación, el MUREC acoge una colección permanente configurada por 271 obras realizadas entre 1890 y el año 2023 por 134 artistas.

En palabras de Juan Manuel Martín Robles, su director y también de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino, «una colección única y excepcional creada expresamente para este nuevo espacio cultural tanto por su discurso –el realismo como hilo conductor–, como por los artistas representados. Pintores y escultores españoles de especial relevancia desde comienzos del siglo XX hasta nuestra contemporaneidad, en muchos casos no representados en los principales museos nacionales».

Distribuidas en dos plantas, el MUREC cuenta con 11 salas en las que se expone esta colección permanente, ordenada con criterio cronológico, lo que permite al visitante conocer el discurrir del realismo como opción estética y concepto artístico a lo largo de algo más de un siglo.

En la planta baja se sitúan las seis primeras salas. Aquí, además de presentar, a modo de preámbulo, el MUREC y relatar el por qué de su ubicación en Almería (sala 1), se inicia el recorrido por la evolución del realismo español desde el ocaso del siglo XIX hasta los comienzos de la década de 1950.

Un viaje que comienza en la sala dedicada a los Maestros de entresiglos (2), en la que destaca la presencia de obras de Joaquín Sorolla, Aureliano de Beruete o Ignacio Pinazo, y continúa con la dedicada a Realismo y Modernismo (sala 3), un espacio en el que, junto a la de Sorolla y los modernistas catalanes Ramón Casas, Rusiñol, Blay o Mir, se resalta el papel que durante las primeras décadas del siglo XX tuvieron figuras como Gonzalo Bilbao, Manuel Benedito, Ignacio Zuloaga, Mariano Benlliure, José María López Mezquita o Antonio Fillol.

El itinerario continúa con Regionalismo simbolista y tradicionalismo (sala 4), donde, junto a La consagración de la copla de Julio Romero de Torres –uno de los iconos de la colección–, se exponen creaciones de autores tan relevantes como Julio Antonio, Mateo Inurria, Anselmo Miguel Nieto, Gabriel Morcillo, José Capuz, Gustavo de Maeztu, Valentín de Zubiaurre, Solana o, nuevamente, Zuloaga.

Las dos últimas salas de la planta baja están dedicadas a mostrar cómo durante las primeras décadas del siglo XX algunas de las vanguardias europeas influyeron en el desarrollo del realismo español –sala 5, Síntesis y modernidad realista– y cómo tras el fin de la guerra civil los realistas continuaron su labor creativa adaptando su lenguaje a los nuevos tiempos o dando continuidad a una línea más académica –sala 6, Eclecticismo y modernidad de posguerra–.

En estas dos salas destacan, especialmente, las obras de Ramón Gaya, Cristóbal Ruiz, Joaquim Sunyer, Daniel Vázquez Díaz, Rosario de Velasco, Juan Cristóbal, Baldomero Romero Ressendi, Eduardo Vicente, Joaquín García Donaire, Xavier Valls, Antonio Campillo, Marisa Pinazo y José María Mallol Suazo.

Antes de acceder a la planta primera, en el patio de corte renacentista que sirve de nexo de unión entre los distintos espacios, el visitante se encuentra con dos esculturas en bronce que dialogan con la arquitectura equilibrada y esencial del propio edificio: Desnudo, de Francisco López, y la escultura SS. MM. los Reyes de España, don Felipe VI y doña Letizia Ortiz, realizada en 2023 por Antonio López y Andrés García Ibáñez. Dos obras que conectan al MUREC con el devenir del realismo español más contemporáneo.

La planta primera del edificio alberga cinco salas que recorren desde la década de 1950 del siglo XX hasta nuestros días. La primera de ellas, dedicada a Antonio López y los Realistas de Madrid, permite disfrutar, además de las obras de Félix Alonso o Carmen Laffón, de algunas de las pinturas y esculturas más conocidas realizadas por sus integrantes: Antonio López, María Moreno, Esperanza Parada, Isabel Quintanilla, Amalia Avia, Francisco López y Julio López (sala 7).

Estrechamente vinculada a la anterior, la sala 8 –Realistas de Madrid y su órbita– muestra las relaciones profesionales y de amistad que sus miembros mantuvieron con otros pintores contemporáneos, sin importar cual fuese el camino creativo elegido por cada uno de ellos, poniendo así de manifiesto que la pintura, independientemente de si es abstracta, figurativa o realista, es, ante todo, un medio de expresión.

En la sala 9 del MUREC se completa la visión de la importancia que para el arte realista español contemporáneo tienen los miembros de este grupo y cómo estos tuvieron una destacada influencia, especialmente destacada en el caso de Antonio López, en las siguientes generaciones de pintores. Artistas entre los que destacan, por su presencia en la sala 9 del museo, Matías Quetglas, Antonio Maya, José María Mezquita Gullón, Juan José Aquerreta, José María Cuasante, Félix de la Concha, Jesús Ibáñez, Clara Gangutia o Roberto González.

La décima sala conecta con la más rabiosa actualidad del realismo, con obra de autores como Golucho, Ignacio Mayayo, Andrés García Ibáñez, Joseba Sánchez Zabaleta, Eduardo Millán, Pepe Baena, Francisco Lafarga o Noé Serrano.

La última sala, la úndécima, en realidad el corredor que conecta todas las demás de esta primera planta, acoge una extensa muestra de esculturas y relieves en escayola, un material poco habitual en espacios museísticos, de Antonio López, Julio López y Francisco López.

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Realistas de Madrid

Julio López. ‘Marcela poniéndose un pendiente’.

Al margen de la importante presencia de pinturas como el Retrato de José María Mellado (1896), de Ignacio Pinazo; Patio de los Arrayanes (1909), de Sorolla; Retrato de su prima Cándida (c. 1898), de Zuloaga; La Consagración de la copla (1911-12), de Romero de Torres; María Guerrero (c. 1933), de Vázquez Díaz; Bodegón con peces (c. 1930), de Rosario de Velasco; o Retrato femenino (c. 1950), de Mallol Suazo, y esculturas como el Retrato del médico Gregorio Chaves (1908), de Mariano Benlliure; El ventero de Peñalsordo (1910), de Julio Antonio; Busto de Lagartijo (1903), de Mateo Inurria; o Desnudo (1917), de Juan Cristóbal, en la colección permanente del MUREC destaca especialmente la concurrencia de un importante número de obras realizadas por los siete artistas –y amigos– que con su apuesta por el realismo más descarnado –sin artificios ni concesiones a lo decorativo– consiguieron poner de relieve a nivel internacional la importancia de éste como forma de expresión contemporánea: María Moreno, Esperanza Parada, Isabel Quintanilla, Amalia Avia, Francisco López, Julio López y Antonio López.

Artistas, generalmente agrupados bajo la denominación de Realistas de Madrid, a los que se ha prestado una especial atención desde el MUREC. Un espacio único en el que poder disfrutar de la evolución artística de cada uno de estos creadores a través de 84 obras realizadas entre la década de 1950 y el año 2021. Un conjunto en el que, por número e importancia de las obras expuestas, destacan especialmente las de Antonio López –del que se exponen 26–, Francisco López –19–, Julio López –11 esculturas– e Isabel Quintanilla, de la que se muestran 11 obras de distintas épocas.