La muestra comenzó el pasado 2 de julio sin uno de sus invitados más insignes, el autorretrato de Velázquez, una pintura de enorme importancia por ser una obra reconocida tanto por los tratadistas de su época, como Pacheco, que menciona este lienzo dentro de su Tratado de pintura, como en la actualidad por grandes estudiosos de su obra, como Jonathan Brown.
De sobra es conocida la importancia de Diego de Velázquez en la historia del arte universal. Con él, el concepto de pintura entendida como tal cambia, dada su peculiar técnica, donde la luz se convierte en el elemento esencial, unida a una temática que va más allá de la tradicional y coetánea religiosa, introduciendo referencias alegóricas llevadas al plano mundano. Sin ser la protagonista principal, deja siempre un espacio para reflejar la España del Siglo de Oro en sus lienzos.
Esta obra se une en el mismo espacio a la segunda parte de El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, debido a su gusto por reflejar la sociedad hispana en sus creaciones.