La travesía del funámbulo parte de los versos del poeta gallego José Ángel Valente en su Serán ceniza…, unidos esta vez al relato del Funámbulo del francés Jean Genet. La personal interpretación que la artista realiza de la conjunción de ambos le lleva a indagar en la conducta del hombre en su caminar por la vida, centrándose en el avance hacia un punto fijo sin salir del sendero marcado, tal como estos equilibristas deben hacer para mantenerse sobre la cuerda que le separa del vacío. Este concepto es representado a la perfección en la videoinstalación homónima de la muestra, donde personas “ciegas” –portan en la cabeza yelmos dorados que imposibilitan su visión– vagan por el bosque sin motivos ni objetivos comprensibles para el espectador, sin que unos sean conscientes de la presencia de los otros ni de lo que se encuentra a su alrededor, si bien siempre en pos de sus desconocidas metas de llegada de cuyo recorrido parecen no desviarse.
Piedra parece y piedra no es
La obstinación, el empeño y la fuerza de voluntad que a ellos puede atribuírsele son también propiedades equivalentes a la dureza y la solidez de la piedra. Prácticamente todas las piezas de la muestra mantienen la influencia de este material, insertándose bien sea en la Colección de minerales, en la que las figuras humanas tienen literalmente la cabeza dura como piedra o en las esculturas exentas que predominan en el conjunto. Sin embargo, estas no son lo que parecen y, una vez más en alusión al carácter del hombre, aparentan ser piedra cuando en realidad sus componentes tienen un carácter mucho más dúctil y frágil, como la tela o la cerámica. Concha García, en consecuencia, plantea un juego de apariencias, de adivinanzas, en el que el espectador debe descubrir la esencia de estas creaciones a través de los detalles.
La rigidez de estas obras contrasta con la sutilidad volátil de otras sobre el muro, en las que predominan el papel traslúcido, la gasa o el cristal, donde el detalle atrae la atención para descubrir pequeñas escenas y delicados elementos que configuran su carácter. En ellas se revela el componente gráfico tan característico en la producción de la artista. Componente que, aun estando presente en las “piedras” mediante la imitación del grabado sobre el material, adquiriere una mayor finura en su estampación. Se crea así la articulación de diferentes texturas cuyo cromatismo predominante es el blanco, contrastado con toques cromáticos que van desde el rojizo o el negro al plateado para remarcar la contundencia de las esculturas exentas.
En definitiva son diferentes recursos que Concha García emplea para reflexionar sobre un ámbito intrínseco a la vida del hombre que es la consciencia, o la falta de ésta según el caso, del paso del tiempo y de su reflejo más evidente, la memoria. A través de esta exposición parece invitarnos a detenernos un instante a reflexionar sobre lo que nos rodea y a tomarnos un momento para ser conscientes del camino antes de llegar a nuestra meta, cualquiera que sea ésta.