Las obras incluidas en la exposición The Space, the Detail, the Image (Galería Helga de Alvear, hasta el 16 de abril) encarnan las características intrínsecas a su línea artística –como son la luz, el color, la espacialidad o la estructuración–, plasmadas en un concepto de serialidad que sin duda procede de las enseñanzas que los abanderados de su escuela, los fotógrafos Bernd y Hilla Becher, ya emplearon en sus series dedicadas a edificios industriales y transmitieron a sus alumnos, entre los que algunos, como es el caso de Höfer, asumieron como base de sus respectivos proyectos los conceptos de secuencia y repetición.
De esta forma, la serie Raüme (Espacios), dedicada a los interiores de abadías, bibliotecas y palacios, algunos de ellos presentados en esta muestra, expresa su búsqueda de lecturas mediante el análisis de la superposición de capas generadas en cada uno de ellos en función de cada elemento que lo conforma gracias a su cometido específico, tanto individual como respecto al conjunto, desde estanterías repletas de libros, hasta el mobiliario o la decoración de las estancias.
El valor del hombre
A ello añade la deliberada omisión de la figura humana para presentar espacios vacíos como entes individuales e independientes y así sacar a relucir su propio carácter, su propia personalidad, aunque paradójicamente esta exclusión sirva para subrayar el valor del hombre en cuanto a su participación tanto en la concepción de la arquitectura como en el uso de sus componentes. A esto se suma la diferencia que se marca respecto a las imágenes turísticas y documentales que las instituciones que retrata podrían ofrecer por sí mismas, debido precisamente al proyecto creativo que las aglutina, elevando los retratos arquitectónicos de Höfer a su plena dimensión artística.
Estas vistas prevalecen en la muestra debido al gran formato utilizado en ellas y que contrasta con los formatos medios en los que no importan los conjuntos, sino los detalles. Y respecto al estatismo de ambos recursos, cierran la exposición dos proyecciones que introducen dinamismo y movimiento en consonancia al tema del que trata, un viaje en coche por la carretera Madrid-Cáceres.
Tres vertientes
Se presentan de este modo tres vertientes de un mismo concepto, la imagen: grandes formatos con los interiores que destacan por la riqueza y el lujo de su decoración; otros menores en los que refleja íntimos juegos de luces, colores y formas tendentes a la abstracción, y proyecciones en las que la sucesión de imágenes aporta una nueva dimensión.
Sin embargo, todas aparentan tener un principio común, una barrera visual entre el espectador y la escena fotográfica creada a través de elementos perceptibles, como puertas, sombras o incluso quitamiedos de la carretera, y elementos omitidos que se mantienen en el aire como la soledad, la quietud o el silencio, barrera a la que el observador externo debe enfrentarse para escudriñar lo que se oculta en su fotografía.
Una exposición de obligada visita que hay que aprovechar en sus últimos días.