Todo lo relativo a la Segunda República y, muy especialmente, la Guerra de España, “un hecho que me estremeció y marcó mi vida profesional uniéndome definitivamente al estudio de España”, tendrían una visión mucho más confusa sin la aportación de esta figura clave en la estirpe de hispanistas que fijaron su mirada sobre los aconteceres de “un país excepcional que siento profundamente mío”.
Hijo de una familia judía, Gabriel Jackson fue un alumno aventajado que muy joven se licenció en Historia y Humanidades en Harvard y Stanford, doctorándose más tarde en la de Toulouse con una tesis sobre Joaquín Costa.
Cuando se le preguntaba sobre su ligazón con España, refería el impacto que le produjo la contienda del 36, -“tenía entonces sólo 15 años pero las noticias que llegaban del otro lado del mar me marcaron para siempre”- y a su estancia en México en 1942, en donde contactó con exiliados republicanos, “gente muy humana que alimentó mi interés por todo lo que tuviese relación con el mundo hispano”.
Tras regresar a Estados Unidos en 1952, su ideología le provocó no pocos problemas cuando el macartismo le echó la vista encima y le hizo comprender que su futuro académico no iba a ser fácil en aquella orilla del Atlántico.
Pero no claudicó y, tras lograr ser admitido como profesor en la Universidad de California, en 1965 publicó La República Española y la Guerra Civil, un libro cuya difusión sería prohibida en España, pero que editado en México se convertiría en muy poco tiempo en un texto de referencia al aportar una mirada nueva sobre una España necesitada de estudios independientes.
Su desembarco en nuestro país tuvo lugar gracias a una beca en 1960. “En ese momento, las autoridades españolas querían dar la impresión de que España era totalmente libre, y me permitieron tener acceso a bibliotecas y archivos; pero no era verdad. Era mera apariencia, porque nunca pude tener acceso al Archivo Militar. Sin embargo tuve una ventaja por extranjero y pude acceder a documentos que le estaban completamente vetados a los estudiosos españoles”.
Conversador y afable, aludía constantemente a España, un país que estudió hasta el último de sus libros: Juan Negrín. Médico, socialista y jefe del Gobierno de la II República española, que en 2008 rescataba la figura de quien alabó su convicción de no rendirse y de intentar prolongar la guerra todo lo posible: “De haberse tomado la decisión de seguir sus preceptos, y una vez llegada la Segunda Guerra Mundial, la República hubiera sobrevivido como la Resistencia en Francia, o los partisanos en Italia, con lo que España hubiera participado antes en la historia democrática occidental”, dejó escrito el que ahora nos deja.
“Sin este país contradictorio y maravilloso sería otra persona seguramente mucho más pobre”, le comentó a quien esto escribe cuando consiguió la nacionalidad española. “Por eso, cuando me muera quiero que se recuerde que ha desaparecido un español enamorado”. Así sea.
Gabriel Jackson se graduó en 1942 con una licenciatura de Historia y Literatura en el Harvard College, donde también formó parte del Consejo Estudiantil y actuó como solista de flauta en la orquesta de la universidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como intérprete fotográfico y cartográfico en el ejército de Estados Unidos. En 1950 obtuvo una maestría de la Universidad de Stanford con una tesis sobre las reformas educativas de la República española y, en 1952, un doctorado de la Universidad de Toulouse con una tesis sobre Joaquín Costa.
Fue becado por la Fundación Fullbright en Francia (1950) y en España (1960). También fue miembro del Social Science Research Council y del American Council of Learned Societies.
Enseñó inglés y música de cámara en la Putney School de Vermont (1946-1949); Historia de Estados Unidos y América latina en el Wellesley College; Historia de Europa y Humanidades en la Universidad La Jolla de California. Sus libros publicados incluyen La República española y la guerra civil, Introducción a la España medieval, Aproximación a la España del siglo XX, Historia de un historiador, tres novelas y una breve biografía de Mozart.
Desde que se jubiló vivió retirado en Barcelona. Escribió con regularidad para El País y prestó servicios en la Comisión de Intercambio Cultural entre España y Estado Unidos.