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La lengua española pierde a Miguel Delibes

Con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, obtuvo en 1947 el Premio Nadal, pero en su larga e intensa trayectoria literaria ha sido además acreedor de las distinciones más importantes de las letras hispanas. En 1973 ingresó en la Real Academia Española; en 1982 ganó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1993 el Premio Cervantes.

La carrera de Delibes no arrancó como escritor, sino como caricaturista, en 1940, en el diario El Norte de Castilla. En esta etapa de su vida obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil (1945) y contrajo matrimonio con Ángeles de Castro (1946), el gran amor de su vida, y comenzó a realizar críticas de cine. Llegaría a ser director de El Norte de Castilla entre 1958 y 1963 y siempre compaginó la actividad literaria con la periodística.

La novela como reflejo de la vida

Como creador, Delibes se encuentra dentro de la línea de escritores para los que la novela debe ser de alguna manera un reflejo de la vida. Según sus palabras, una novela requiere, al menos, un hombre, un paisaje y una pasión; sin ellos –dice–, no puede haber una novela. Su obra se interesa fundamentalmente por cuestiones que nos ocupan en la vida cotidiana, y los temas que maneja reflejan un fondo social y humano. Entre las constantes temáticas de su obra se pueden señalar la muerte, la naturaleza, la aversión a la guerra, la caza, la infancia, y la soledad esencial del ser humano. La defensa de la naturaleza y el arte de la caza han sido, además, dos pasiones que le han ocupado a lo largo de toda su vida.

En cuanto se refiere a su técnica y estilo, los estudiosos de su obra distinguen varias etapas: una primera, caracterizada por la abundancia de descripciones y la utilización de unos esquemas narrativos marcadamente tradicionales; una segunda, en la que depura su lenguaje dotándolo de gran agilidad, percepción y sencillez; y una tercera, en la que el escritor se sumerge en un mundo más simbólico, singular y personal, de planteamientos más complejos, para desarrollar temas como la deshumanización del hombre contemporáneo y la crítica de la literatura desde la propia literatura, utilizando para ello los más variados recursos de la experimentación novelística.

Dimensión ética

Pero, sobre todo, Miguel Delibes dio siempre una dimensión ética a su narrativa, conjugándola magistralmente con la estética literaria. "Mi vida de escritor –confesó él mismo– no sería como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se han dado la mano en todos los aspectos de mi vida".

Sus novelas, sus escritos periodísticos, sus crónicas de viajes o libros de caza son un retrato fiel, y no pocas veces crítico, de las tierras y los hombres de su Castilla natal, así como un alegato en favor de la naturaleza y de la armonía entre el hombre y su entorno natural. Pero su Castilla natal trasciende a una dimensión universal y sus personajes son vivos retratos del hombre de la segunda mitad del siglo XX.

En octubre hubiera cumplido 90 años. Su último trabajo, aparecido en 2006, fue una recopilación de relatos breves titulada Viejas historias y cuentos completos. Adiós al último gran referente de las letras españolas del siglo XX.

 

Más de cincuenta obras

Entre los más de cincuenta títulos que ha publicado se cuentan El Camino (1950), Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Diario de un cazador (1955), Diario de un emigrante (1957), Las ratas (1962), La hoja roja (1962), Cinco horas con Mario (1967), Parábola del náufrago (1970), El príncipe destronado (1973), Las guerras de nuestros antepasados (1975), El disputado voto del señor Cayo (1978), Los santos inocentes (1981), 377A, Madera de héroe (1987) y Mi vida al aire libre (1989), Señora de rojo sobre fondo gris (1991), Diario de un jubilado (1995) y El Hereje (1998). Ha escrito también libros de relatos, como Siestas con viento sur (1959), La caza de la perdiz roja (1963) y Viejas historias de Castilla la Vieja (1987), y otros de viajes, como Europa, parada y fonda (1963), USA y yo (1966), y La primavera de Praga (1968).

Varias de sus novelas han sido llevadas al cine: El camino (1962); Mi idolatrado hijo Sisí bajo el título de Retrato de familia (1976); El príncipe destronado con el nombre de La guerra de Papá (1977); la excelente Los santos inocentes de Mario Camús; El disputado voto del señor Cayo en 1986 y, más recientemente, La sombra del ciprés es alargada, así como Las ratas y Diario de un jubilado (bajo el título Una pareja perfecta). Cinco horas con Mario y Las guerras de nuestros antepasados, adaptadas al teatro, han sido grandes éxitos interpretadas por Lola Herrera y José Sacristán.