Su estética dinamitó la tradición, en la línea de figuras visionarias como Leonardo da Vinci o Frederick Kiesler. Pero su trabajo fue más allá del diseño de edificios y abarcó el dibujo, la pintura, el relieve, la escultura y las instalaciones, además del diseño de muebles y objetos.
En la mirada de Hadid, el arte, el diseño y la arquitectura se fundieron para explorar los límites estéticos de tantas formas y maneras como uno pueda imaginar. Lo que realmente resulta inspirador e intrigante de su obra es la imaginación, la capacidad inventiva y la insaciable expresión de curiosidad y creatividad. Desde una sensibilidad naturalista y humanista, Hadid desafió al encasillamiento en un mundo cada vez más caracterizado por la uniformidad.
Algunas de sus obras recientes, tales como el MAXXI: National Museum of 21st Century Arts en Roma (con el que ganó el RIBA Stirling Prize en 2010) o el London Aquatics Centre para los Juegos Olímpicos de 2012, son muestras de cómo la arquitecta lanza un desafío para crear un espacio fluido y complejo. Es una forma de plantear el trabajo arquitectónico que transforma nuestra visión del futuro con nuevos conceptos y formas, como puede apreciarse también en edificios como el Guangzhou Opera House en China o el intercambiador Hoenheim Nord Terminus en Estrasburgo.
Desde su estudio con sede en Londres, Zaha Hadid Architects, la arquitecta llevó ese mismo planteamiento creativo a objetos como bolsos, cuberterías, joyas, objetos de decoración o piezas de mobiliario, como la Z-Chair o la mesa Liquid Glacial.