Sin embargo, no fue así. Atascada entre noticias, con las últimas informaciones de lo sucedido, el camino siempre me llevaba al mismo destino. No sé por qué, pero el que ya no estuviera me había afectado profundamente. El mundo nunca está preparado para una partida antes de tiempo.
Parecía que nada justificaba dedicarle una despedida en un diario cultural, pero mi interés por seguir averiguando y despidiéndome continuaba sin quedar saciado. Conforme continuaba mis lecturas sobre el terrible suceso seguí construyendo la figura de un héroe con un encanto cautivador, versátil y con una capacidad innata de convertir en oro todo lo que tocaba.
De los negocios al deporte, o a su querida Mamba Academy, dedicada a la formación de miles de niños en todo tipo de deportes, llegué también a su cortometraje Dear basketball, con el que ganó un Óscar en 2017.
Una pieza exquisita, dirigida por Glen Keane y con una banda sonora a cargo de John Williams, que escribió para despedirse del baloncesto poco antes de anunciar su retirada a los 37 años.
Es así como ese trofeo dorado se ha convertido en la excusa (¿hacía falta?) para poder escribir aquí una despedida a ese alma adelantada que pisoteó canchas con sus Nike y logró mantener en pie al Staples Center durante dos décadas.
Ídolo, héroe, lo que sea: buen viaje querido Kobe.