Dirigida a Boddah, su amigo imaginario de la infancia, Cobain la atravesó con un bolígrafo y la colocó en una maceta del invernadero de su casa de Lake Washington. Se había encerrado allí para morir en soledad y entrar en ese «club de los tontos», como solía llamar a Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison, en el que había dicho que nunca entraría. Tras consumir más de gramo y medio de heroína, accionaría el gatillo. A su lado, una caja de puros y más droga, también utensilios para administrarla y su cartera. La tele, encendida, y el mundo huérfano del músico que consiguió revolucionar y replantear el panorama rock.

Momento para recapitular

suicide noteokDel día de su muerte y de los días previos y posteriores a ella habla Carrie Borzillo en el libro Kurt Cobain. La historia de Nirvana, que estos días publica Libros Cúpula en España. En él, Borzillo hace todo un recorrido cronológico por los momentos cruciales de la vida de Cobain y de los otros miembros de la banda, a los que une los de una de las grandes viudas de la música, Courtney Love.

Para su realización, la escritora y fan confesa del grupo de Seattle entrevistó a un total de 55 personas y así el libro está lleno de testimonios en primera persona, recuerdos, explicaciones y anécdotas. Contiene, además, declaraciones y extractos de entrevistas a Kurt Cobain y una recopilación de fotos que conforman la fotogalería de la vida de una de las bandas más grandes de la historia de la música.

Sus primeras composiciones infantiles (llenas de críticas a pesar de su edad), el nacimiento de su hermana, su hiperactividad, sus problemas de escoliosis, de bronquitis o de estómago, el divorcio de sus padres cuando tenía ocho años (algo que le marcaría profundamente) o el regalo de su primera guitarra conforman el inicio del libro. Descrito como un niño extremadamente sensible, inteligente y perceptivo, Kurt llegaría a escribir por entonces en la pared de su habitación: «Odio a mamá, odio a papá. Papá odia a mamá. Mamá odia a papá. Solo puede sentirse tristeza».

Él mismo confesaría a Hits en 1991 que «estaba al borde del autismo. Tenía problemas en la escuela, me expulsaban constantemente. El último mes dejé de ir a clase. Tenía que entrar en una escuela de arte; había ganado un par de becas, pero se me hacía una montaña porque no quería dedicarme al arte sino a la música, así que me escapé de casa. Durante unos meses me convertí en rockero punk y viví en la calle».

Así, durante el invierno de 1985 y 1986, Cobain duerme durante un tiempo debajo de un puente del río Wishkah, en Aberdeen, y vive de cupones de comida, una experiencia que le inspirará para componer Something in the way, incluida en el álbum Nevermind. Ese mismo invierno empieza a tocar con el bajista Dale Crover y el batería Greg Hokanson. Es la punta del iceberg de Nirvana. Grupo por excelencia del movimiento grunge, su legado marcaría un antes y un después en la historia de la música. La temprana muerte de Kurt Cobain a los 27 años aumentaría su leyenda. Hoy, 20 años después, el mundo sigue llorando su ausencia.

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Kurt Cobain.
La historia de Nirvana

Carrie Borzillo
Libros Cúpula
192 páginas
32 euros